#LaBola: la mano
Estaba en el parque, sentado en el banco bajo la mata de boliches y vinieron a decirme que se lo habían llevado. La vieja del
Estaba en el parque, sentado en el banco bajo la mata de boliches y vinieron a decirme que se lo habían llevado. La vieja del
Llegamos a la casa hueca el sábado por la tarde. El auto se estacionó en una veredita de tierra que se adentraba en el bosque,
Llego y encuentro que unas paredes han crecido en medio del patio. Ha crecido también un techo, unas ventanas para apaciguar, un camino pavimentado que
Nada me inspira. Estoy mirando un video en 4K de un arrecife coralino de colores increíbles. Hay peces de distintos tamaños, hay abanicos de mar,
El poeta se paraba sobre las piedras de molino todas las mañanas a nombrar las ignorancias y el límite incierto de la ciudad sitiada. “Dicen
suena, bajita, me hace cosquillas desagradables, trae recuerdos de una mujer desnuda que me apretaba la mano cuando oía Soundgarden. No sé de dónde viene,
A través de la cerca, entre los huecos de las flores ensortijadas, yo los veía dar golpes desordenados, de karate, de boxeo, de adolescente espantando
es niebla abismal, un vacío llameante, un río de angustia leve, que va desde el centro del pecho hasta la mitad del estómago, es una
Su mirada era un rastro de ternura —como esos olores humeantes de los pasteles de los dibujos animados que acarician, encantan, levantan en peso
Iba caminando en medio de la noche, acelerado por la pérdida de mi amante cuando unas gotas de agua fría me arañaron el cuello.
Estaba en el parque, sentado en el banco bajo la mata de boliches y vinieron a decirme que se lo habían llevado. La vieja del
Llegamos a la casa hueca el sábado por la tarde. El auto se estacionó en una veredita de tierra que se adentraba en el bosque,
Llego y encuentro que unas paredes han crecido en medio del patio. Ha crecido también un techo, unas ventanas para apaciguar, un camino pavimentado que
Nada me inspira. Estoy mirando un video en 4K de un arrecife coralino de colores increíbles. Hay peces de distintos tamaños, hay abanicos de mar,
El poeta se paraba sobre las piedras de molino todas las mañanas a nombrar las ignorancias y el límite incierto de la ciudad sitiada. “Dicen
suena, bajita, me hace cosquillas desagradables, trae recuerdos de una mujer desnuda que me apretaba la mano cuando oía Soundgarden. No sé de dónde viene,
A través de la cerca, entre los huecos de las flores ensortijadas, yo los veía dar golpes desordenados, de karate, de boxeo, de adolescente espantando
es niebla abismal, un vacío llameante, un río de angustia leve, que va desde el centro del pecho hasta la mitad del estómago, es una
Su mirada era un rastro de ternura —como esos olores humeantes de los pasteles de los dibujos animados que acarician, encantan, levantan en peso
Iba caminando en medio de la noche, acelerado por la pérdida de mi amante cuando unas gotas de agua fría me arañaron el cuello.