En memoria de Steve Storres
El tema de la muerte muchas veces se analiza desde un lente jocoso, aun cuando encarna una de las realidades más crudas y evidentes del ser humano. Quien ha lidiado de primera mano con la muerte de un familiar o de un allegado busca aliviar el dolor a través de recuerdos alegres que apacigüen la pena. Quien observa la muerte a través de la pantalla de cine tiende a separarse de la dureza de dicho evento para mirarlo con ojo crítico, en específico, las vicisitudes que enfrentan los que, por el contrario, se quedan en vida para afrontar las consecuencias de tal situación. Así, a partir de un fallecimiento, Tomás Gutiérrez Alea (1928-1996) propone en La muerte de un burócrata (1966), el absurdo de la magnitud de trámites que algunos miembros de la sociedad deben llevar a cabo ante la muerte. Por esto, es a través de la comedia que el director reprueba la burocracia y, en general, la política de una Cuba postrevolucionaria mostrando efectivamente una visión histórica de un momento crítico de la historia social del país.
La cinta ha sido denotada como un tributo a grandes cineastas. Gutiérrez Alea presenta escenas tomadas directamente de grandes piezas del cine de los años cuarenta y cincuenta, además de reconocer impresiones del cine mudo. Incluso, al comienzo se detalla una dedicación a directores y actores como Buñuel, Laurel y Hardy (el Gordo y el Flaco), Bergman, Harold Lloyd, Kurosawa, Orson Wells, Marilyn Monroe, Buster Keaton, Jean Vigo, entre otros. Extiende también su dedicatoria a todos los que han intervenido en la industria cinematográfica desde sus comienzos como los hermanos Lumière. Se muestra asimismo gran influencia del cine neorrealista italiano, que ilustra la formación académica del director cuando en años precedentes estudió en Italia. No sorprende entonces que a ésta le haya sido otorgado un premio especial del jurado en el XV festival de filme internacional Karlovy Vary de Checoslovaquia. Esto es, pues, a pesar de haber utilizado la representación de la comedia, el film está anclado en una seria tradición fílmica y, al mismo tiempo, no deja de impresionar su gran destreza para, junto a la crítica social, mantener un carácter que no cae en lo descabellado.
Desde el comienzo de la pieza, notamos que la muerte presentada no es precisamente la de un burócrata, sino la de un trabajador del pueblo, artista, ingenioso y querido por todos. Al ver esto, nos preguntamos en dónde está el burócrata y, sobre todo, nos cuestionamos qué propone esta cinta. A medida que la trama avanza, entendemos que burócrata y burocracia funcionan como lo mismo, y que ambas nociones apuntan a la muerte. Primero, sabemos que se trata de una “Organización regulada por normas que establecen un orden [supuestamente] racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios” (‘burocracia’ DRAE); mas, no obstante, fracasan sus labores. Entonces, nos percatamos que ante el dolor de Juanchín y de su tía, también está la penosa y titánica tarea de lidiar con una “Administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas” (DRAE).
Gutiérrez Alea se las ingenió para criticar el sistema burocrático del nuevo gobierno fidelista sin ser censurado. Tal vez en parte debido a que el cineasta, una vez derrocado el régimen de Batista, trabajó activamente en la formación del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (ICAIC). Sin embargo, desde la década de los sesenta tuvo persistentes discordancias con colegas y fue así el resto de su carrera. En particular, les “criticó por desentenderse de la práctica cinematográfica y dedicarse en exclusiva a tareas administrativas y a fomentar desde las instituciones un cine esquemático y propagandístico” (Impulso-Fnac). De ahí que dentro de la pieza se alude críticamente a la producción esquemática del arte en las escenas que se presentan los artistas trabajando en el taller del jefe de Juanchín, el Sr. Ramos.
A lo largo de toda la obra, se expresan simbologías que acompañan y aclaran el mensaje que presenta Gutiérrez Alea. Entre las más significativas, interesan las imágenes de dos sueños que tiene Juanchín, al estilo de Buñuel y Bergman. Dentro de sus pesadillas está el motivo religioso, como la monja que el mismo protagonista arrastra por la tierra junto con el ataúd de su tío. Este elemento no solo está en los sueños, sino que también se devela en la figura de un sacerdote en dos momentos específicos de la pieza. Inicialmente, está presente en la reyerta que se da en el cementerio y, en segundo lugar, vuelve a aparecer cuando se cree que Juanchín se lanzaría del edificio para quitarse la vida. En ambas ocasiones, el mismo religioso pronuncia las palabras: “No se precipite/n , todo se arreglará”. De esta forma, el director sutilmente advierte que las creencias religiosas son modos desatinados para dar soluciones prácticas en la sociedad.
Además de los componentes mencionados, el filme revela más atributos que acompañan el hilo narrativo. Por ejemplo, la referencia a las mujeres vistas como objetos sexuales, nuevamente la idea de la reproducción repetitiva en el arte con fines comerciales, en las bailarinas, en las estatuas de ángeles en el cementerio y en los bustos de José Martí que crea el difunto Paco antes de su accidente. También, se recurre al uso de las palomas, el búho, las aves de rapiña y los perros. Estos motivos de animales igualmente son otra manera de representar la muerte. Otro guiño al espectador es el uso de carteles escritos que se muestran en la pantalla. Particularmente, interesa señalar un letrero que leemos en el Departamento de aceleración de trámites en donde Juanchín ilegalmente se queda en el edificio para conseguir el cuño de la exhumación de su tío. Ahí vemos que los empleados de esa oficina han sido honrados con el primer lugar en el juego de pin pon. Así, la burla del cineasta es clara: las prioridades de los empleados burócratas no es precisamente la de servir las necesidades del pueblo. Por otra parte, también vemos un rótulo que sirve como presagio de lo que sucederá al final. Observamos a quien en tinieblas parece ser un viejo empleado del cementerio sentado con una guadaña en mano, claro símbolo de la muerte. A sus espaldas, el aviso con las letras que dicen: “yo estoy emulando”. Con esto, es evidente que Gutiérrez Alea no se ciñe solo colocando la imagen de esta figura, sino que también lo señala por escrito. Luego, al final, reaparece este personaje siguiendo al burócrata y a Juanchín cuando supuestamente iban a exhumar el cadáver de Paco (recordemos que tal exhumación ya estaba hecha). Justamente, se representa aquí lo que está a punto de suceder: la muerte del burócrata.
De este modo, la obra está llena de imágenes simbólicas que, desde el inicio, acompañan la trama y la recarga de significados. Entendemos entonces que, “Alea uses this death sequence and funeral eulogy to lampoon the worst stereotypes of state socialism. He pokes fun at real and at imaginary sore spots alike, on both literal and symbolic levels (Rich). El filme está intrincado en distintos niveles con claves burlescas que señalan las realidades cubanas de entonces. A través de la ironía, en contra de las formas adversas del manejo burocrático de los asuntos del pueblo, en particular de las actitudes de algunos funcionarios, La muerte de un burócrata no solo resulta estar muy bien pensada, sino que también es una acusación que aboga a favor del pueblo trabajador.
Si frente a esto, le queda al espectador alguna duda sobre los propósitos de Gutiérrez Alea, ya más allá de la mitad de la cinta, se presenta directamente un evento de protesta en el que muestran a una mujer en traje de baño en representación del proletariado (no olvidemos que Paco –el tío muerto- es igual un proletariado). Ésta, lleva en sus manos un cartel que indica: “Muerte a la burocracia”. Confirmamos así que el cineasta no se limita a una presentación tragicómica de la muerte o, lo que es lo mismo, de la muerte de la burocracia. Más bien, éste tiene un “objetivo [de] motivar e inquietar al espectador, hacerlo reflexionar, y no someterlo, en cambio, a exhortaciones moralizantes” (Impulso-Fnac).
En las palabras del mismo Gutiérrez Alea, la pieza no se centra en un hecho ficticio sino que su producción funciona como un modo de protesta ante un percance que tuvo el mismo director frente a contingencias burocráticas que debía seguir para resolver un evento simple. En una entrevista éste confiesa:
“Decidí hacer la película a partir de una experiencia personal. Puede sucederle a cualquiera. Me vi de pronto atrapado en los laberintos de la burocracia a partir de unos problemas muy simples y elementales que quise resolver. Perdí mucho tiempo en eso y decidí hacer justicia por mis propias manos. … De esa resolución salió una comedia, porque ¿no es ese el tono más apropiado para expresar el carácter absurdo que adquieren las deformaciones burocráticas, los formalismos y los formulismos vacíos que no tienen nada que ver con la práctica revolucionaria? […] El efecto positivo del filme está en que brinda apoyo moral a las víctimas del burocratismo”. (Crowdus)
Sin dudas, esta obra es importante como parte del sinnúmero de producciones que hace el director cubano. Esto es ya que, además de ser la primera muestra de su independencia crítica, también recurre al absurdo y al humor negro con gran éxito. De igual modo, se vale de citas visuales de artistas sobresalientes del mundo cinematográfico, dotando esta reproducción fílmica de un carácter documental, tanto por sus técnicas y alusiones, como por la realidad y envergadura del suceso presentado.
Trabajos citados:
“Burocracia”. Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Madrid: Real Academia Española, 2014. Tomado el 22 de noviembre de 2014. Online.
Crowdus, Gary. “Entrevista a Tomás Gutiérrez Alea: ‘Un apoyo moral a las víctimas del burocratismo’”. Cineaste Magazine. Nueva York, 1979.
Impulso-Fnac. “La muerte de un burócrata (1966)”. Revista Mientras tanto. Septiembre de 2008. Online. Tomado el 21 de noviembre de 2014 de:
<http://mientrastanto.org/boletin-61/en-la-pantalla/la-muerte-de-un-burocrata-1966>
Levin, Julia. “Tomás Gutiérrez Alea”. Great Directors: Sense of Cinema. Octubre 2003. Online. Tomado el 20 de noviembre de 2014 de:
<http://sensesofcinema.com/2003/great-directors/alea/>
Rich, Ruby. “Death of a Bureaucrat Madcap comedy cuban style”. Jump Cut 22 (mayo,1980): 29-30.? Online 2005. Tomado el 20 de noviembre de 2014 de: <http://www.ejumpcut.org/archive/onlinessays/JC22folder/DeathOfBurocrat.html>