Humedal
a M.A.C …Mientras la lluvia… ella a contraluz mirando por la ventana. Afuera llueve, es tarde-noche y llueve también su cuerpo sobre la
a M.A.C …Mientras la lluvia… ella a contraluz mirando por la ventana. Afuera llueve, es tarde-noche y llueve también su cuerpo sobre la
A mi amigo Felipe, a todos los que, cuando lo vemos, lo extrañamos. —Ale, ¿cómo le digo a Adrián que Cantor se murió? —Papi,
directa, vaga, tangible y poco demostrable: relaciona estas confesiones, escríbelas en un papel para que no se olviden y trata de pensar en ti.
Acaba de abrir la puerta. Sé que es él porque escoge esta hora en que no hay nadie para venir a orinar. Al principio me
Voy solo desde el colegio al apartamento, por el camino largo de casas puntiagudas hiriendo el cielo. Una sangre azul de nubes baja de lo
Abrí la puerta a tu cuerpo y salí de mi casa… caminé asqueado por una vereda imbécil, muy blanca, llena de promesas ingrávidas, flojas,
La casa era anaranjada brillante, casi fosforescente. Grande, pesada, esponjosa y redonda, contrastaba con el resto de las viviendas de la cuadra, que eran cuadradas,
En medio del cruce de calles se paró un dingo callejero, todo amarillo, de tres mil razas de sangre, con la cabeza cuadrada y el
Ronald llegó con un ejército de plastilina. Se plantó en medio del patio, el parecido al de la facultad de sicología, y se puso a
El buldózer descansaba enterrado hasta el nivel del asiento en la fosa que había abierto su propio peso en la acera del malecón. La
a M.A.C …Mientras la lluvia… ella a contraluz mirando por la ventana. Afuera llueve, es tarde-noche y llueve también su cuerpo sobre la
A mi amigo Felipe, a todos los que, cuando lo vemos, lo extrañamos. —Ale, ¿cómo le digo a Adrián que Cantor se murió? —Papi,
directa, vaga, tangible y poco demostrable: relaciona estas confesiones, escríbelas en un papel para que no se olviden y trata de pensar en ti.
Acaba de abrir la puerta. Sé que es él porque escoge esta hora en que no hay nadie para venir a orinar. Al principio me
Voy solo desde el colegio al apartamento, por el camino largo de casas puntiagudas hiriendo el cielo. Una sangre azul de nubes baja de lo
Abrí la puerta a tu cuerpo y salí de mi casa… caminé asqueado por una vereda imbécil, muy blanca, llena de promesas ingrávidas, flojas,
La casa era anaranjada brillante, casi fosforescente. Grande, pesada, esponjosa y redonda, contrastaba con el resto de las viviendas de la cuadra, que eran cuadradas,
En medio del cruce de calles se paró un dingo callejero, todo amarillo, de tres mil razas de sangre, con la cabeza cuadrada y el
Ronald llegó con un ejército de plastilina. Se plantó en medio del patio, el parecido al de la facultad de sicología, y se puso a
El buldózer descansaba enterrado hasta el nivel del asiento en la fosa que había abierto su propio peso en la acera del malecón. La