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Una demostración rigurosa de que nada existe

Versión en español de Santiago Hernández

Promuevo la tesis, ampliamente negada por filósofos y el sentido común, de que nada existe.

Comenzaré por clarificar mi postura. No quiero decir que nada es algo, por ejemplo, en el sentido en que un hoyo en el piso es algo, algo que puedes pisar. En ese caso, cuando menos una cosa —la nada— existiría, contradiciendo así mi tesis de que este no es el caso: no existe tal cosa.

Objeto la insistencia en que nada sea usado como un sustantivo de referencia, ya que esto carece de todo sentido, está completamente confundido y totalmente equivocado, o bien, es correcto, pero a la vez trivial, en cuyo caso con tranquilidad reviso mi postura como la tesis de que una y únicamente una cosa (es decir, nada) existe, al contrario de la opinión ampliamente sostenida de que cuando menos dos cosas existen, como, por ejemplo, las gemelas Olsen.

Deduzco mi tesis de las siguientes dos premisas:

Primero, algo existe solamente si tenemos alguna razón para pensar que algo existe.

Segundo, no tenemos ninguna razón para pensar que algo existe.

Por ende, nada existe.

Nótese que esta es una forma válida de argumento de deducción (un ejemplo de modus tollens). Está garantizado que la conclusión es verdadera, a fuerza de mera necesidad lógica, si cada una de las premisas es verdadera. Si tenemos razones para creer cada premisa, como ahora argumentaré, sólo podemos concluir que nada existe.

No me enfocaré en la primera premisa más que para atender una objeción. Se puede decir que algunas cosas, como la galaxia Andrómeda, existen, tengamos o no razón para creer que existen; existen “independientemente de nosotros”, para usar la jerga filosófica. Eso contradice la primera premisa, que dice que algo existe solo si tenemos alguna razón para pensar que, efectivamente, existe. Respondiendo a esto, concedo que si algo existe, entonces existe sin importar nuestras razones, pero nuestra pregunta es si algo existe en primer lugar. ¿Y por qué pensar que algo existe si no hay ninguna razón para pensar que existe?

Entonces, vayamos con la segunda premisa, que no tenemos ninguna razón para pensar que algo existe. Nunca se ha dado un argumento para pensar tal cosa. No hay ninguna razón científica ni experimental, de laboratorio o de campo, que indique que algo existe. ¿Cuál sería el grupo de control?

Las matemáticas no proveen ninguna razón para pensar que algo existe. Si designamos algo como una cosa y algo más como otra, podemos concluir por adición que hay dos cosas, pero nuestra pregunta es ¿por qué habríamos de designar algo como una cosa asumiendo así, por supuesto, que existe? La proposición matemática “2+2=4” carece de carga existencial, al igual que la proposición “0+0=0”. Ambas proposiciones pueden ser verdaderas, aun si nada existe.

Si se dice que las matemáticas presuponen un conjunto infinito de entidades abstractas, como, por ejemplo, todos los números, entonces concedo tal conjunto infinito de algos abstractos, pero afirmo que ninguna cosa particular, como el pájaro dodo, existe.

Los filósofos han intentado demostrar que ciertas cosas existen. Todos sus argumentos son una petición de principio. Descartes pretende demostrar que él existe, con la premisa de que piensa. Acepto que cogito ergo sum es una verdad, de modo que Descartes existe si piensa, pero simplemente asumir que Descartes piensa, o incluso que hay pensamientos, es asumir la existencia de algo, y por lo tanto hacer una petición de principio en contra de mi postura. Aún necesitamos una razón de por qué algo existe en primer lugar.

De una manera similar, la famosa “prueba del mundo exterior” de G. E. Moore asume la existencia de su mano. Moore razona que las manos son objetos independientes de la mente, por lo tanto, los objetos independientes de la mente existen, pero, de nuevo, nuestra pregunta es: ¿por qué tales cosas deben existir en primer lugar, sean dependientes, independientes de la mente, o de cualquier otro género? Todavía tenemos que encontrar una respuesta a eso.

La verdad del asunto es que los razonamientos para pensar que algo existe no llegan a algo mejor que los anteriores, un hecho que es, en mi opinión, intolerable. Al carecer de cualquier argumento serio para creer en la existencia de algo, concluyo, por fuerza de necesidad lógica, que nada existe.

Por supuesto que puede resultar útil creer que las cosas existen, igual que le es útil a un hombre varado solo en una isla desierta creer que tiene compañía, en aras de conversar. Sin embargo, mi argumento muestra que esto es, en el mejor de los casos, una ficción útil.

Ilustración: Tom Hanks y Wilson según Family Guy


Colaboración cortesía de nuestros colegas de la revista Opción (México).

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