Si usted vive en Miami, o la visita con frecuencia, y le parece que últimamente el tráfico se ha hecho imposible, no está equivocado.
La congestión vehicular en la populosa ciudad floridana ha aumentado visiblemente desde 2022, y hoy Miami ocupa el octavo lugar entre las ciudades con más tráfico en todo el mundo, según indica un estudio realizado por INRIX Inc., una compañía privada con sede en Kirkland, en el estado de Washington, que estudia las condiciones del tráfico de vehículos en ciudades de todo el planeta.
El estudio de INRIX señala que, en 2022, el tráfico en Miami aumentó el 59 por ciento en comparación con el año anterior, lo cual la sitúa incluso por encima de ciudades conocidas por su congestión vial como Los Ángeles.
Se estima que los choferes miamenses pierden en promedio 105 horas al año en los atascos, sobre todo en autopistas como el Palmetto Expressway, el Dolphin Expressway y la I-95.
Varios factores influyen en el disparado incremento del tráfico, entre ellos el aumento de la población, la insuficiencia del transporte público, y el propio trazado de las ciudades que componen el condado de Miami-Dade.
La preferencia por construir urbanizaciones de casas unifamiliares que se extienden desde los límites del núcleo urbano junto a la costa de la bahía de Biscayne hasta el vasto humedal de los Everglades en el extremo oeste, ha favorecido el uso del automóvil como principal medio de transporte. En ese modelo de planificación urbana, donde las viviendas suelen estar estrictamente separadas de los negocios, ir al supermercado, o simplemente a tomarse un café en un establecimiento, exige en muchos casos recorrer varias millas en automóvil. La concentración de los empleos en centros urbanos como el downtown de Miami también exige conducir desde la casa en el oeste hasta el edificio de oficinas junto a la bahía, un trayecto que en las horas pico puede durar una hora o más.
Sume a eso los malos hábitos de conducir de los que cualquiera que ande en Miami es testigo. Choferes apresurados que no respetan los semáforos, que embisten al auto que tienen delante, sujetos en enormes camionetas con las que pretenden intimidar a los que comparten la vía, conductores que se cambian de carril en cualquier momento y sin avisar, tratando de avanzar lo más rápidamente posible en medio de un río de vehículos que se mueven a paso de tortuga, irrespeto absoluto a los límites de velocidad cuando el tráfico es menos denso, esa es la realidad cotidiana que sufrimos los que nos ponemos al volante en Miami.
Y ni hablar del uso constante del teléfono celular mientras se conduce, una distracción que ha sido la causa de incontables accidentes. En los semáforos, cuando cae la luz verde, casi siempre el chofer que se encuentra en primer lugar está mirando su celular, muy probablemente algún video intrascendente en TikTok u otra red social, y no se pone en marcha hasta que el de atrás le toca la bocina. Es como si en las escuelas de conducción de vehículos enseñaran que, al llegar al semáforo, si se enciende la luz roja, uno debe detener su auto y ponerse a ver el celular hasta que el de atrás le avisa con un bocinazo que ya han puesto la verde.
Manejar un automóvil en Miami ha adquirido las dimensiones de una hazaña digna de un superhéroe, en una ciudad con un tráfico imposible.
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