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Razones de ganador americano

Haciendo cuentas al día siguiente de la elección me percaté que de todas las veces que he votado en la vida, ésta, la que Donald Trump ha sido elegido como el presidente número 45 de los Estados Unidos, es la primera vez que no gana mi candidato. Duele. Pero sé que es incomparable este dolor, con el de los que en sus países ni siquiera tienen la oportunidad de elegir. Así que, en últimas, debajo del dolor, queda la alegría de vivir en un sistema libre.

Hay muchas preguntas que quedan después de esta elección. Una de las primeras que me hago es sobre los votantes que eligieron a Trump. ¿Quiénes son esa clase blanca obrera que lo catapultó al poder?

¿Republicanos que quieren que las políticas de su partido (desregulación a los bancos y Wall Street, recorte de impuestos a los más ricos y las corporaciones, negación del cambio climático, descontrol total a la compra y venta de armas, disminución a su máxima expresión de la asistencia social, acabar con Obamacare, prohibición del aborto, prohibición del matrimonio gay, perforar y perforar pozos petroleros, dejar la educación universitaria al vaivén de los mercados, entregar la educación pública a corporaciones privadas y las cárceles a empresas privadas, entre otras) sean llevadas a cabo?

¿O acaso son la misma clase blanca trabajadora que apoyaba a Bernie Sanders en su cruzada en contra de los acuerdos de libre comercio que culpan de la pérdida de sus trabajos? El problema radica en que, en ese caso, Sanders clamaba por un sistema de salud público universal de pago único, y pedía porque la educación universitaria fuese gratis para todos los estadounidenses. En ese sentido, va en total contravía con las ideas económicas del GOP. Pero también se parecen en que no necesitaron de los grandes donantes para sacar a flote sus campañas.

¿O son más bien estadounidenses hartos de la inmigración, que sienten que les están quitando su país y lo quieren de vuelta? En ese orden, los motivos se parecerían mucho a los de los que votaron en Inglaterra por el Brexit, que lo que repudian de la Comunidad Europea es la libertad de movilidad entre los ciudadanos de las naciones que la integran.

¿O es tal vez que los Estados Unidos todavía no se puede deshacer de la figura del Sheriff que, en lugar de presionar con sanciones económicas, lo hace empuñando el poderío de su armamento y maquinaria de guerra?

¿O lo que verdaderamente los atrajo a votar por Trump, no es otra cosa que lo que el magnate neoyorkino no representa: al político del establecimiento? En eso también tiene algo en común con Bernie Sanders que, aunque vota con el Partido Demócrata, es un independiente. La gente quizá está cansada de escuchar a sus líderes decir lo políticamente correcto y quieren a alguien que diga lo que piensa, o lo que parece que piensa.

¿O fue la carta del director del FBI, James Comey?

En fin, prefiero que sea una de esas razones, o una mezcla de todas, y no la que sí asusta: que la mayoría de los votantes del presidente electo compartan con él su autoritarismo, misoginia y racismo, y admiren de él su vanidad, megalomanía y mercadeo del odio.

Así que, más allá de las políticas que imparta el presidente electo junto a su nuevo Congreso republicano, solo clamo porque estas no sean persecutorias hacia quienes consideren diferentes, y que, por lo que más quieran, no maltraten, no menoscaben, no destruyan, las dos únicas garantías que tenemos de que siga existiendo esta república: La Constitución y la democracia.

Felicito a los ganadores.

 

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