En agosto no escribo
en agosto me deshago
tiernas mariposillas que uno mata
-a tiempo- en idiomas extranjeros
la ciudad donde nací
hay un árbol sosteniéndola
armarse para descubrir la fatiga
hasta dónde se es capaz de cepillar el cuero
mi mujer aquí al lado y yo
y la tierra del hombre quien la habita
en agosto hiero
en silencio y a solas
de formas diferentes
con mi hígado malo
y el dolor del otro que suplica
el amor a sí mismo
la doctrina cruel que nos dictaran
y esto siempre a un ritmo mayor
lo que nos enseña
es un dolor más grande
el que lo sufre está consciente
aquella casa, las hojitas del árbol
mis manos adoloridas
y mis pies tocando tierra.
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