Sentado frente a tu sueño
donde escribo
cómo estrechas mi corazón,
cuido que todo lo que tocaste duerma también
mientras observo, fuera
de mí, como sabiendo
la longitud de tu serenidad,
la causa asequible de haberte nombrado.
Cada tramo de tu voz tendida al viento
es del oficio original:
todo nombre es ficticio
pero solo a tu edad se nombran las cosas
sin blasfemia:
tu voz sin idioma regenera.
solo a tu edad se abre la boca
para crear en dónde
ha de posarse la mirada
y la palabra mirada.
Qué fácil asoma la ternura su rostro de aire
desde el aire que sale de tu rostro
Qué frías banderas son mis manos
cuando no se entregan a tu juego
de construirme la fatiga con los párpados
de vaciar mi sombra dentro de tus ojos
cuando duermes y yo sueño
que te escribo mis latidos
para que los estreches al nombrarme. A Tiago.