Pequeño recado cuando duermes

 

Sentado frente a tu sueño

donde escribo

cómo estrechas mi corazón,

cuido que todo lo que tocaste duerma también

mientras observo, fuera

de mí, como sabiendo

la longitud de tu serenidad,

la causa asequible de haberte nombrado.

 

Cada tramo de tu voz tendida al viento

es del oficio original:

todo nombre es ficticio

pero solo a tu edad se nombran las cosas

sin blasfemia:

tu voz sin idioma regenera.

solo a tu edad se abre la boca

para crear en dónde

ha de posarse la mirada

y la palabra mirada.

 

Qué fácil asoma la ternura su rostro de aire

desde el aire que sale de tu rostro

Qué frías banderas son mis manos

cuando no se entregan a tu juego

de construirme la fatiga con los párpados

de vaciar mi sombra dentro de tus ojos

cuando duermes y yo sueño

que te escribo mis latidos

para que los estreches al nombrarme.                                                                  A Tiago.

Elías David

Sostuvo en esta revista, hace tiempo, la columna de poemas Saudade que ahora retoma, ya sin saudade. Ha impartido en su ciudad natal talleres de creación literaria donde ha aprendido mucho. Textos suyos han aparecido en antologías regionales de su país y de Miami. Fue profesor de secundaria. Ahora sólo lee y escribe, o sea, no hace nada.

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