¿Bailarías conmigo en Viena? ¿Me concederías un vals en la explanada de Stephansplatz? ¿Danzaríamos otro en la ribera del Danubio, entre las terrazas de viñedos del valle de Wachau?
Hoy vi los primeros jacintos primaverales al caminar por el Parque Prospect, cerca del lago. Eran pinceladas de púrpura en el lienzo verde del parque renaciente. ¿Sabías que son mis flores favoritas? Me gustan sus florecillas diminutas que se agrupan en ramitos como si fueran racimo de uvas en la vid.
Al contemplar sus intensos tonos purpúreos bajo el sol, escuché en mi mente estos versos del «Pequeño vals vienés» de García Lorca:
Y en Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira que orillas tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas…
Nuestra historia comenzó como una danza de cuerpos, miradas, caricias, palabras, pensamientos, sentimientos. Vamos a Viena a bailar juntos. Besémonos en Stephansplatz, frente a la catedral romanesca de torres góticas y techo de mosaicos coloridos. Caminemos de la mano hacia el norte, entre las heladerías y cafés de Rotenturmstrasse. Atravesemos el puente sobre el Donaukanal y exploremos Lilienbrunngasse, la callecita estrecha en la que viví un verano, antes de conocerte.
Bailemos nuestro pequeño vals vienés en esa calle tranquila y solitaria. Seré el Danubio con mis riberas pobladas de jacintos para vos. Seré un torrente enamorado que fluye para desaguar en el mar de tu entrepierna, tu danzar, tu sentir, tu pensar, tu ser.