Las lunas de Bragi

¿Cuánto dura la poesía? ¿Qué relación hay entre verso y tiempo? ¿Puede una metáfora barruntar su época?

Aunque nadie puede medir la eternidad, tengo la impresión de que ciertas metáforas desafían el tiempo. No podré jamás leer este libro dentro de mil años ni tendré la posibilidad de escuchar la impresión de un lector frente a la Edda menor en el año 3000. Sin embargo, tengo ante mí las literaturas germánicas medievales y un temblor sinuoso recorre mi espalda cuando releo los versos de Bragi, como quería el enfático Nabokov.

El historiador Snorri Sturluson escribió en la Edda menor la historia del rey Gylfi. El rey le dona una tierra a una mujer que le ha dado placer. Esta mujer se llamaba Gefium y es de origen asiático, es decir, de la lejana Troya, según la equívoca atribución de Snorri. Como la mujer posee habilidades estrafalarias, convoca a unos bueyes y a un gigante que aran la tierra con esmerada fuerza. El poderío del gigante y de los bueyes es tal que producen un desprendimiento de la tierra hacia el oeste. Con este pedazo conforman una isla. En el hueco que queda se extiende un lago. El escalda Bragi (poeta cortesano), según refiere Snorri, ha compuesto estos versos para sintetizar lo ocurrido:

Gefium sacóse de Gylfi/ contenta, anilla de mar/la tierra –humeando las bestias tiraban– que dio a Dinamarca. /Tenían los bueyes que ungieron/la próspera isla anchurosa/ocho del rostro lunas,/cabezas llevaban cuatro.

Quisiera detenerme en la metáfora que compone Bragi. Al referirse a los bueyes sostiene que tenían ocho lunas del rostro. Es evidente que las lunas son los ojos. Y la historia se vuelve insípida o menor al lado de la imagen que convoca el escalda para detenerse en los bueyes. Por el arte de la metáfora, las lunas del rostro se convierten en el centro de la historia. Agradezco a este ufano poeta islandés que ha legado una imagen que tiene mil años y que quizás sea leída o releída por unos no tan ufanos lectores en un rincón de la isla helada o en un cuarto escondido de Sudamérica.

Fabián Soberón

es escritor, profesor universitario y crítico. Nació en J. B. Alberdi, Tucumán, Argentina, en 1973. Ha publicado la novela La conferencia de Einstein (1era. edición UNT, 2006; 2da ed. UNT, 2013), los libros de relatos Vidas breves (Simurg, 2007) y El instante (Ed. Raíz de dos, 2011), las crónicas Mamá. Vida breve de Soledad H. Rodríguez (Ed. Culiquitaca, 2013) y Ciudades escritas (Eduvim, 2015) y ensayos sobre literatura, arte, música, filosofía y cine en revistas nacionales e internacionales. El Fondo Nacional de las Artes publicó textos suyos en la Antología de la Poesía Joven del Noroeste (Fondo Nacional de las Artes, 2008). Es Licenciado en Artes plásticas y Técnico en Sonorización. Fue docente de Historia de la Música en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán. Actualmente se desempeña como profesor en Teoría y Estética del Cine (Escuela Universitaria de Cine), Comunicación Audiovisual y Comunicación Visual Gráfica (Facultad de Filosofía y Letras). Fue finalista del Premio Clarín de Cuento 2008. Con su novela Atalaya obtuvo una mención en el Premio de Novela Breve de Córdoba, con el Jurado integrado por Angélica Gorodischer, Tununa Mercado y Perla Suez. Ganó el 2do Premio del Salón del Bicentenario. Actualmente colabora con Perfil (Buenos Aires), Ñ (Buenos Aires), Boca de sapo (Buenos Aires), Otra parte semanal (Buenos Aires), La Capital (Rosario), El Pulso Argentino (Tucumán), La Gaceta Literaria (Tucumán), Los Andes (Mendoza) y Nuevo Diario (Santiago del Estero). Es miembro del consejo editor de la revista Imagofagia (Buenos Aires). Ha dictado talleres de escritura en Santiago del Estero, Tucumán y Buenos Aires. Ficciones de su autoría han aparecido en Ñ (Buenos Aires), El Pulso Argentino (Tucumán), La Gaceta Literaria (Tucumán), entre otras publicaciones. En el 2014 participó en el Encuentro Federal de la Palabra (Tecnópolis) y en el ciclo “Diálogo de provincias”, de la 40º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. En 2014 ganó la Beca Nacional de Creación otorgada por el Fondo Nacional de las Artes (Argentina). Textos suyos han sido traducidos al inglés y al portugués.
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