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La poeta, la beata y la locura más cuerda. Entrevista a Raquel Abend Van Dalen sobre La beata de las locas

En este libro, desde el inicio, se nos advierte que lo que vamos a leer es muy probablemente una relectura de la realidad, de lo que como individuos creemos que es la realidad a la que nos han arrojado en este bucle eterno que es el día a día dentro del Antropoceno. Por ejemplo, el título del primer poema: “Cantamos desde una escenografía absurda”, deja ante nuestros ojos una enunciación, una declaración, que en el poema va dejando en claro la postura y la conclusión a la que se ha llegado, y que tiene como resultado este poemario:

adentro y afuera de las casas

es lo mismo

adentro y afuera de las tumbas de grama

es lo mismo

[adentro y afuera del útero]

tus disparos responden por nosotras

el diálogo del mal oyente.

        Y acaso, si es que hemos seguido la obra de esta poeta, podamos alcanzar a ver aún más la intención, o la denuncia, que el cuerpo femenino de la voz poética enuncia. Ya que el mismo título de este poema, en una versión anterior, dictaba un verso más directo: “Lanzadas al precipicio de la sociedad”. Esto es, pues, una presentación de una voz que nos invita a repensar no solo el mundo como lo vivimos, sino nuestro rol dentro de estas instituciones en las que vivimos. Sin duda una lectura que no está hecha, como la poesía más honesta, para “disfrutarse”, aunque se disfruta, sino que verso tras verso nos reta a reconfigurarnos como seres humanos inmersos en un mundo que en definitiva necesita replantearse:

Crees que tienes derecho a observarlo todo

contenernos entera en tus máquinas

transportarnos como una promesa

empeñada por usureros

nos espías en una antología de retratos alterados

nos crucificas en paredes anónimas,

¿qué evidencia procura tu trabajo,

qué duda sanguinaria justificas?

 

A continuación, una charla con la autora:

  1. ¿Cuánto tiempo trabajaste en los poemas de este libro?

       Este libro lo escribí en el 2016, durante una residencia que hice en Francia por un mes. La idea era proponer un proyecto en la aplicación y terminarlo antes de que el período de la residencia acabara. El proceso de escritura fue muy rápido, intenso y visceral. Sin embargo, luego pasé tres años editando los textos hasta su primera publicación en el 2019. Lo que inició como un solo poema largo, terminó convirtiéndose en un conjunto de casi sesenta poemas.

  1. ¿Quiénes son las locas y quién la beata?

       Comencé a escribir este libro después de escuchar una historia que me estremeció: la de la mexicana que se apoda «Diana la cazadora». Una mujer de Ciudad Juárez que asesinó a dos choferes de autobuses para vengar a las trabajadoras de las maquilas, víctimas de feminicidios. Las locas son ellas, somos las mujeres, las que tenemos que enfrentarnos cotidianamente con agresiones físicas y verbales simplemente porque nuestra identidad corresponde en mayor o menor medida a lo que socialmente entendemos por el género femenino. La beata es Diana, la que materializa y «encuerpa» el deseo de justicia.

  1. El dolor de la mujer es asociado con la locura también.

        Sí, hay muchos ángulos desde donde ver la conexión entre el dolor y la locura. Por ejemplo, es inevitable que el dolor sea parte importante de nuestra historia cuando las mujeres han sido asesinadas sistemáticamente desde la época medieval por «locas» y «brujas». Mi libro está completamente atravesado por el dolor porque la voz poética es un plural femenino, es una comunidad, es un coro de mujeres violentadas que piden justicia.

  1. Y la beatitud, la virtud de asumir el dolor, que va escondiendo a la mujer que existe dentro de la mujer.

       La beatitud está asociada en la religión católica con un estado infinito de serenidad y plenitud. Pero la beata de mi libro no asume el dolor, sino que lo cuestiona, lo critica, lo batalla. Lejos de estar serena, la beata es quien recibe las súplicas de las mujeres que se manifiestan en el libro. Mi intención era que el lector también pudiera ocupar el lugar de quien escucha activamente a las víctimas y no puede quedarse de brazos cruzados.

  1. En un verso hablas de la memoria de un pueblo, cómo funciona. Directamente conectado con las matryoshkas. Cómo la historia general afecta directamente las prácticas individuales y sus dinámicas.

       La violencia de género no es un problema individual sino colectivo. Hablo de la memoria de un pueblo porque el olvido produce un efecto analgésico que va contra la urgencia y la necesidad de actuar. Somos capaces de sentir dolor porque somos capaces de recordar, porque el cuerpo también tiene memoria. Las matryoshkas son mujeres escondidas, unas dentro de las otras: parece ser una sola, pero, a medida que las abres, descubres que hay una comunidad entera siendo representada por una sola imagen.

  1. Resumes esta denuncia en el último verso del penúltimo poema: “Quien dijo que nacemos solos / nació de nadie”

       Siempre escuchamos que «nacemos solos», pero esta frase común que en un principio para señalar que somos seres independientes y que nuestras acciones tienen consecuencias, me parece que es una de las mil maneras que cotidianamente usamos el lenguaje para disminuir la importancia que ha tenido la mujer en la historia. No: no nacemos solos, nacemos del vientre de una mujer.

  1. Terminas con una súplica, que podría ser una oración interrumpida por la resignación ilusionada por salvarnos.

       Sí, el libro termina con esa última súplica a Diana la cazadora: «te ruego me lleves de vuelta/donde sé nombrar lo que toco». Es el lenguaje, la consciencia, y la posibilidad de nombrar lo que finalmente distingue en el libro a la beata de las bestias.

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