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¿Generación? Se piensan respuestas

Ante la variedad de textos, surgen nombres con los cuales pretendemos ordenar los momentos históricos de una literatura. Época, escuela, periodo, generación son los rótulos que forman parte de estas galerías de autores, textos y lecturas con los que se aprehenden conjuntos más o menos orgánicos. De todos ellos, el nombre más sencillo para demarcar un tiempo dado es el de generación. Esta controversial palabra parece establecer límites entre un momento y otro de la historia literaria. Organiza percepciones globales donde cabe encontrar equivalencia cronológica de los autores, similitud de idearios y poéticas, al igual que proyectos que unifican su voluntad como colectivo.

De pronto, el prestigio de algunas generaciones redunda en nuestra tendencia al querer unificar en un solo proceso a distintos autores. Están allí las generaciones españolas del 98 y del 27, y la influyente Generación Perdida. Todas ellas existen de forma tan persistente como los nombres individuales de sus integrantes. Además, ahí aparece la índole de lo fortuito así como la marca de lo histórico. Un ejemplo de esta dialéctica de las generaciones se detalla en la anécdota que funda la última de estas generaciones mencionadas:

«Todos sois una generación perdida», le dijo en una ocasión Gertrude Stein a Hemingway, que puso la frase al frente de su primera gran novela, Fiesta. Stein, que apoyó decididamente a los jóvenes escritores norteamericanos como Hemingway expatriados en el París de la década de 1920, tomó la expresión del dueño de un taller parisino que, al ver la torpe reparación que del automóvil de la escritora había hecho uno de sus mecánicos, reprendió a este diciéndole que todos eran une génération perdue. Y Gertrude Stein añadió dirigiéndose a Hemingway al relatarle la anécdota: «Eso es lo que sois. Eso es lo que sois todos vosotros… todos vosotros los jóvenes que servisteis en la guerra. Sois una generación perdida… No respetáis nada. Os estáis matando con el alcohol». El término, «generación perdida», hizo fortuna. Malcolm Cowley se ocupó ya de ella -de Hemingway, Dos Passos, Scott Fitzgerald, Hart Crane, E. E. Cummings y Archibald MacLeish- en un libro, excelente y oportuno, que con ese mismo título, The Lost Generation, publicó en 1933. (Fusi, 2008)

En este punto consideramos importante precisar lo que significa “generación”. Para ello tomaremos las ideas de Julius Petersen (en Guerra, 1979), quien manifiesta que para que exista una generación literaria es necesario que coincidan los siguientes factores: herencia, fecha de nacimiento, elementos educativos, comunidad personal, experiencias de la generación, el guía, el lenguaje de la generación y el anquilosamiento de la vieja generación (171-172). Podemos afirmar que una generación se concentra en un momento histórico determinado donde sus integrantes han nacido en aproximadamente durante los mismos años. De esta manera, se han formado dentro de las mismas circunstancias y, por tanto, entre ellos existe una mirada similar sobre la literatura de esa época.

Lo circunstancial y lo trascendente se dan la mano no solo en las nominaciones de las generaciones, sino también en la delimitación de sus integrantes, en la influencia de sus autores y en la percepción que va forjándose en los lectores de sus textos. Esto se corrobora con la valoración global que de esta generación –también podríamos decir, de este tiempo– tienen quienes han evaluado ese momento histórico principalmente desde las ciencias sociales. Este sería, sin duda, un punto de partida para comprender el concepto de Generación.

 

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