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Espido Freire retira los velos de Santa Teresa de Jesús

Espido FreireUno a uno se desprenden los velos que cubren la enigmática imagen de Santa Teresa de Jesús. Día a día, capítulo a capítulo, los lectores de Para vos nací descubren las múltiples facetas de una mujer extraordinaria y sorprendentemente actual. Espido Freire, escritora bilbaína, se une con este ensayo, en formato de diario, a la conmemoración de los quinientos años del nacimiento de Teresa de Ávila.

En esta entrevista Espido Freire habla de Teresa y de sí misma, de lo que las une y de lo que las separa.

¿Además de ser un acercamiento muy amplio a Teresa de Jesús como personaje polifacético, con este libro Espido Freire también desvela su propio camino espiritual?

¿Qué otra cosa busca el escritor? Hay un intento de organizar el mundo a través de las palabras y de organizar el mundo de manera que, su palabra y su idea, perduren en el tiempo. Es decir, hay una búsqueda de eternidad que compartimos los escritores con los dogmas religiosos. En mi caso además está muy marcada la influencia de mi educación, mayoritariamente religiosa, con las Hijas de la Caridad y los jesuitas, en la que nos hablaban de lo privilegiados que éramos por haber obtenido una buena educación y que por lo tanto deberíamos ser útiles para el mundo. No debíamos ser egoístas con lo que nos había dado Dios o la genética. Esos dos elementos unidos se adivinan bien en cómo soy yo como persona y cuál es la persona que está detrás del libro.

Santa Teresa comienza su maratónica labor fundacional a partir de los 48 años, Usted dice en el libro que ahora que ha llegado a la década de los cuarenta comienza a ver la luz ¿a qué se refiere?

Veo cierta luz porque he pasado un túnel oscuro. No me atrevo a compararlo con el que pasó Teresa de Jesús pero, sí me ha servido de referencia el que alguien, de una brillantez y de una fe en sí misma tan grande, pasara tantos años tan mal. ¿Qué no me va a pasar a mí que no alcanzo esa grandeza?

Los últimos dos o tres años para mí fueron muy oscuros espiritualmente y desde el punto de vista psicológico. No había razones objetivas para que eso se derrumbara de tal manera. Todos estábamos pasando una crisis económica, yo no perdí mi casa ni mi trabajo, no perdí el interés de los lectores pero, sí que viví de una forma muy desgarradora determinados cambios: El hecho de que a muchos escritores nos dejaran sin voz al cerrar periódicos y al cerrar radios, la sensación de presenciar de una manera impotente el derrumbamiento de la cultura, la progresiva renuncia de muchas mujeres y el regreso a casa no visto como una elección sino como una opción obligatoria… una serie de elementos externos que unidos a otros internos crearon muy mal coctel. Fue entonces cuando empecé a dar bandazos y comencé a asumir que lo que tenía era una depresión importante. Hasta entonces solo había un pozo y después empezó a llegar un poco la luz. Unos meses antes de cumplir los cuarenta y también coincide con el trabajo con los textos de Teresa de Jesús.

Para el público en general Teresa de Jesús se ha quedado en un plano anecdótico: el misterio de sus éxtasis, de sus levitaciones, los conflictos con la princesa de Éboli… ¿Qué cree Espido que debe quedar de ella después de este año de eventos y conmemoraciones?

Me gustaría la ruptura de algunos mitos como el de la oscuridad con la que nos la han presentado a veces. Ella era una mujer divertida, era muy atractiva, era chispeante en muchos sentidos. Sus propios éxtasis estaban rodeados de luz. La imagen de Dios, atrapado en un diamante de luz refulgente es de las más bonitas de esa época. Que quede la idea de una mujer emprendedora; de una mujer que rompió moldes y que lo hizo procediendo de una clase media alta y no de la aristocracia; el mérito que tuvo por fundar 17 conventos a una edad avanzada, sin tener muchos apoyos, y en una España en la que se iba a mula. Y luego el carisma, la capacidad de convertir a los enemigos en amigos, de crear colaboradores. Pienso que hay elementos muy actuales que no se han visto.

Dice que tiene con ella una relación contradictoria, la admira profundamente, pero tiene ciertas reservas con ella, ciertas cosas que reprueba. ¿Cuáles son esas cosas?

Teresa es admirable pero yo no soy una persona mitómana, a lo mejor ahí está la clave. Teresa de Ávila, la mujer, tenía su punto “insoportabilito”. Era muy intensa, muy exigente, era una mujer que vivía en el día a día. Permitiría pocas reacciones: o la adoración absoluta o la sensación de “verás la última de Teresa”;verás la que nos va a montar ahora”; “pero esta mujer por qué no puede estar tranquila, por qué tiene que llamar la atención?”. Es decir, creo que hubo pocos elementos tibios en su vida. Era una fanática, era una mujer guiada por verdades absolutas, cosa que a mí me desconcierta un poco en cualquier persona que encuentre.

Es alguien admirable pero yo no la idolatro, esa distancia me permite hacerla más humana. La diferencia entre la idolatría y la admiración es que tú en la idolatría esperas que tu ser amado haga lo que tú quiera siempre, en la admiración admites que eso no es así.

¿De todos los interrogantes que plantea en el libro cuál quedó sin responder para Espido?

Cómo la veré yo dentro de 20 años. Es decir, a diferencia de quienes tienen seguridades absolutas, para mí ha sido muy importante ver como mi mentalidad y mis experiencias han alterado la precepción de mi vida y la de los demás. Entonces la Teresa que llega a mí cuando yo soy una mujer de 40 años, que la entiende y que coincide en un momento clave de eso de oscuridad y de luz seguramente no será la misma que encuentre cuando yo llegue a los 60. ¿Cómo verá esta mujer de 60 a esa mujer de 60? No es un camino cerrado con este libro, no digo que escriba otro libro sobre ella, pero sí que es un trayecto que continuará.

¿Cree que en este siglo hay una mujer equivalente a Teresa en su potencia histórica?

Ha habido mujeres muy valientes, mujeres incuso galardonadas con el Nobel porque se les ha reconocido en un aspecto determinado su valor y su capacidad, pero ninguna de ellas, pienso en una Rigoberta Menchú, por ejemplo, ha tenido al mismo tiempo una correspondencia literaria y una lucha revolucionaria dentro de su área. Cierto que Teresa no luchaba por los derechos humanos, porque era algo impensable en aquel momento, pero sí por otro tipo de mejoras. También ha habido grandes líderes del feminismo, por ejemplo, estoy pensando en las del XIX, pero que no obtuvieron la grandeza en cuanto al misticismo o que no fundaron 17 conventos. Entonces continúa siendo poco comparable con las que han venido después, ya veremos con las que vendrán ahora.

Ahora se le asigna a Teresa el término “resiliencia” lo que parece muy acertado, pero esta se ha convertido en una palabra muy manoseada en los libros de autoayuda. ¿Existe el peligro de que los escritos de Teresa se conviertan en una guía de autoayuda tan de moda hoy?

A eso le dedico un día, un capítulo. Cada uno puede interpretar el texto como quiera, si le sirve de autoayuda bendito sea, si le sirve para alegrarle el día fantástico. Pero vamos a ver, por un lado, Teresa tenía la intención, cuando estaba escribiendo Las Moradas o Camino de Perfección de ayudar a las demás, de servir como una guía, sin embargo esa guía no buscaba la palabra fácil por la palabra fácil como ahora, en que a veces da la sensación de que algunos libros están buscando sin más, ecos bonitos. Por otro lado, ella tuvo serios problemas con el voto de la obediencia, no le apetecía nada. Acabó decidiendo que haría las cosas un poco a su manera y que era mejor pedir perdón que pedir permiso, entonces no llegó nunca a doblegarse. Yo creo que fue más astuta que adaptable. No había una resiliencia como tal, había un “démosle tiempo”. Si Dios estaba de su lado ¿qué más daba? Eso da una fuerza tremenda. Entonces, claro, hizo una defensa de sí misma brillante frente a la inquisición, eso es innegable. Si lo único importante es conquistar a Dios y la vida eterna y eso ya lo tenía pues ¿Qué más daba todo lo demás?

El humor es una de las caras más desconocidas de Santa Teresa, uno no se imagina una santa tan divertida.

Ella quería que lo que sentía cuando se encontraba en comunión con Dios durara para siempre, pero sabía que eso era un estado de gracia, y mientras hacía la vida feliz, buscaba comer bien, divertirse, bailar, en ocasiones organizaba reuniones con música, chites, gastaba bromas. Al fin y al cabo ella entró muy joven al convento en el que creía pasaría el resto de su vida. Se podía uno envenenar y hacer faenas o se podía hacer bromas y reírse, y Teresa pertenecía más al segundo grupo. Ella era más inteligente que las demás y lo sabía. El humor requiere de inteligencia.

¿Literariamente qué es lo que más admira de Teresa de Jesús?Imprimir

La intensidad que no pierde en ninguno de sus libros, es decir, da la sensación de que ama profundamente escribir, se divierte mucho, y que lo hace en un arrebato que no baja en ningún momento. Ella es como una especie de lanzazo fulgurante, sabe hacia dónde se dirige y va hacia ello.

Termina el libro diciendo que después de escribir el libro algo ha cambiado, que ya no ve a Teresa de la misma manera ni se ves a si misma de la misma manera. ¿Qué cambió en Espido?

No se puede abordar un libro así sin una reflexión interior importante, una que se vea en las páginas del libro y otra que es personal y que tiene mucho que ver con el análisis de defectos, con una terapia paralela realmente. Si abordé este libro ahora es porque quería que fuera, como me parece que deben ser todos mis libros, un libro decisivo. Lo que ocurre es que aquellos en los que hay una parte de la autora como Quería Volar, como puede ser este, o Cuando comer es un infierno, ese proceso de cambio es más evidente, es más intenso, dejas más, sientes un vínculo emocional más cercano.

Y ¿Qué cambió?

Que me he hecho mayor. Que ya no me vale, otra cosa es que me lo sigan aplicando pero, ya no me vale la etiqueta de joven escritora. Yo no me siento joven escritora, no me siento ni particularmente joven, Estoy en otra etapa. No soy una vieja, obviamente pero eso ha cambiado de forma muy evidente.

 

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Muela

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