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Entre Ríos y la luna sobre el litoral

     Me fue difícil, durante el otoño, mantenerme tan conectado con los ritmos de Natura Naturans como me hubiera gustado. Los quehaceres laborales me absorbieron demasiado. Por dicha, la música de la banda argentina Entre Ríos y la luna, juntas, me reconectaron con los ciclos de la naturaleza.

     Quería, por ejemplo, percatarme cuando los grillos dejaran de cantar en Prospect Park. Siempre me ha embelesado el despertar de los sonidos de las aves y los insectos durante la primavera y la forma en que esa sonoridad se desafora durante el verano. Me ha sido más difícil darme cuenta de cuándo cesan esos sonidos en el otoño.

     Quise hacerlo durante esta última estación. Estuve atento y sé que los grillos todavía cantaban a fines de octubre. Pero luego me distraje. Me desconecté de los sonidos de la naturaleza. Y el primer fin de semana de diciembre, mientras caminaba de noche por el perímetro del parque, me percaté de que ya no cantaban los grillos. No supe cuándo acallaron su cantata. Me golpeó la ausencia. Sentí desazón.

     Me salvó la luna días después, exigiéndome atención. Al anochecer bajé de mi cuevita en Windsor Terrace a Prospect Lake, sin rumbo fijo ni propósito, sólo por caminar. Si haberlo buscado, me topé con la salida de la luna llena. La observé desde orillas del lago. Se asomó por en medio de un velo de estratos, con un aire de misterio pícaro. Al subir en el firmamento, mostró su rostro luminoso y redondo, creando una estela reluciente en las aguas de lago.

     Por motivos aparentemente fortuitos, recordé al verla el álbum Idioma suave de Entre Ríos y, cuando regresé a casa, lo volví a escuchar, después de muchos años, Descubrí a esa banda por ahí del 2004 o 2005, cuando la vida me llevaba a la ribera oriental del río Uruguay, a tierras yoruguas contiguas a la región de la Mesopotamia argentina, entre los ríos Paraná y Uruguay. Durante un par de años escuché con frecuencia el disco compacto en mi equipo de sonido. Me gustaba la forma en que la música electrónica de Entre Ríos y sus beats pegajosos y minimalistas resaltaban la cálida voz de Isol, la cantante.

     Y me gustaban las letras de Idioma suave. Justamente por una letra asocié, aquella noche, la aparición de la luna con el álbum. Una estrofa de la canción «Litoral» dice:

Estuve aquí, estuve allá donde las flores
vuelan sobre el litoral.
Tempestad donde no estás,
la luna tiñe de azul el litoral.

     El último verso es una imagen alucinante. Me hace pensar en el litoral del río Uruguay, en Salto, y el del Río de la Plata, en Montevideo, teñidos de azul por una gran luna austral.

     Me hace pensar también en las aguas de Prospect Lake teñidas de cobalto mientras la noche se profundiza y la luna avanza en su trayectoria a través del firmamento.

     Las imágenes que evoca la canción me consolaron de mi desconexión. Y me alegró el haber escuchado de nuevo la voz de Isol, aunque este otoño no haya notado cuando los grillos guardaron silencio.

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