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EL PASTEL QUE YO VI – PARTE II

     Hay que tener paciencia con los libros. Esta es la primera ley emitida en la república de lectores, patria fundada por el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II. Leemos unas veinte páginas. Hacemos una pausa de tres días. Volvemos a las letras impresas o digitales. Otra pausa de tres días. Retomamos el ritmo. Luego, estiramos la pausa, estiramos la pausa, estiramos la pausa hasta llegar al párrafo final. Aunque, valgan verdades, hay más de un disidente que abandona, a poco andar, una novela deficiente, un diario insípido, un libro de cuentos sin son ni ton. También es legítimo vender el ejemplar.

     La dama de provincias prospera, ese suculento pastel bañado en capas azucaradas albicelestes es un diario al cual hay que tenerle más paciencia de lo recomendado. La mayor parte de la narración me introdujo, progresivamente, en el aburrimiento, pues bracea demasiado en sucesos sin mayor trascendencia. Un diario, a mi parecer, debe contar con una alta dosis de entretenimiento, exhalar párrafos dinámicos, enganchar desde el vamos a quien ose acariciar sus páginas.

     Otro aspecto criticable es la traducción realizada del inglés británico al idioma castellano. ¡Ayay, la traducción! La percibí un tanto forzada, carente de vivacidad, muy formal en algunos fragmentos. Por ejemplo: “21 de mayo. Asisto al cóctel de Pamela Pringle tras mucho indagar sobre el atuendo adecuado para la ocasión”. ¡Dejáte de joder!

     ¿Qué rescato del texto?, pues, el viaje de la dama a Londres, su incursión en los respingados eventos literarios, sus andanzas con Rose, su estimada amiga; los golpes sarcásticos y las aventurillas de la socialité Pamela Pringle.

     ¿Y cuál es el balance? Bueno, no vendí el diario. Eso sí, no colmó mis expectativas. Feliz Navidad.

 

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