Salgo inquieto a mi jardín en una madrugada difícil. Mientras la ciudad de San José en cuarentena duerme, yo me desvelo y no sé a quién acudir para entender lo que me acontece. No sé con quién conversar ni qué decir.
En esta época de crisis y duelos, en vez de hablar he estado leyendo las palabras de mis fuentes vitales en la literatura sapiencial. Bebo de ellas para saciar mi sed de entendimiento.
Una de esas fuentes es el Tao Te Ching, que leo en traducción del filósofo venezolano Alejandro Bárcenas (Anamnesis Editorial, 2014). El Tao no me da respuestas. Me aclara mis preguntas y me anima a buscarles sentido en mi experiencia vital.
Me he detenido por varias noches, como ésta, en los primeros cinco versos del capítulo 33 sobre el entendimiento:
Entender a otros, significa tener sabiduría.
Entenderse a uno mismo, significa tener acuidad.
Conquistar a otros, significa tener poder.
Conquistarse a uno mismo, significa tener fortaleza.
Entender cuando se tiene suficiente, significa tener prosperidad.
Leo y me pregunto, ¿por cuál camino voy en términos de estos versos del Tao?
No tengo sabiduría para entender a los demás. Pero me consuela una oración de Norman Maclean en su novela A River Runs Through It: “We can love completely without complete understanding”. Podemos amar plenamente sin pleno entendimiento.
Quisiera tener ser más agudo y perspicaz. Pero me entiendo apenas parcialmente. Quizá soy como este jardín. Aquíconviven lirios en flor y orquídeas marchitas, una robusta lotería de hojas verdiamarillas y un tabacón de hojas resecas por exceso de sol, brotes de hierbas y zacate que reverdece. La bougainvillea crece pero da pocas flores blancas. Por las mañanas revolotean mariposas en las pasifloras rojas mientras las lombrices se retuercen en la tierra húmeda, debajo de las hojas muertas. Durante el día lo visita el comemaíz –gordinflón alado, copetón y dulce cantor– pero por las noches lo acecha una rata de alcantarilla. Hace tiempo deseché semillas de papaya en un recoveco y las olvidé. Ahora crece un arbolito. Sólo lo noté cuando me lo señaló la Ninfa del Jardín. ¿Qué más estará por brotar? ¿Qué más se estará marchitando? No lo sé. En mi jardín crece lo que siembro pero también lo que brota sin que yo sepa cómo.
No me interesa el poder. En el jardín conviven muchas plantas, aves e insectos en simbiosis, sin dominarse unos a otros. Pero quisiera tener mayor fortaleza. ¿Qué significa esto en términos taoístas? Mis claves han sido aristotélicas. Tener dominio propio significa desarrollar maestría sobre mis capacidades creativas y mayor control sobre mis impulsos destructivos. Pero el camino del Tao no es de esfuerzo y control sino de fluidez. Quizá el gran espavel que suelo visitar en el bosque tropical de Carara es taoísta. Vive de acuerdo a su naturaleza, en armonía con su ecosistema. Se yergue sobre raíces firmes y tronco robusto. Al hacerlo su copa alcanza el dosel del bosque y alberga orquídeas, bromelias, lianas,tucanes y lapas. En mi jardín la granadilla de monte, al crecer y florecer, acoge orugas y luego abre sus pasifloras para nutrir a las mariposas.
Gracias a la Vida siempre he tenido suficiente: aire, agua, comida, refugio, amistad, amor. Y mi gente me educó para vivir con plena conciencia de ser próspero con ello. Ahora mismo, a pesar de algunas limitaciones, respiro, bebo, como, amo y tengo acceso a la riquísima vida natural de mi jardín. En nuestro mundo hay suficiente prosperidad para compartir, si aprendemos a ser sencillos y solidarios.
Y vos que leés y reflexionás conmigo: ¿Cómo vas por tu camino? Esta noche me sobrecoge el silencio del jardín pero, ¿sabés qué? Por donde vos andés, me gustaría ir a encontrarte en el camino y conversar. Aunque aún no te conozca siento que juntos entenderíamos mejor.