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El deseo y la furia: dos pasiones hechas carne en Camila O´Gorman

Promediando el siglo XIX, los jóvenes amantes Camila O’Gorman y el sacerdote Uladislao Gutiérrez se atrevieron a vivir su pasión contra todas las convenciones, encendiendo la mecha de un resonante escándalo.

     “Los historiadores buscan la verdad; los escritores estamos detrás de la forma más sublime de la mentira, que es la ficción literaria. Seguramente, en algunos puntos, nuestras rutas se entrecruzan”, escribe el poeta, ensayista y narrador argentino Luis Benítez en el prólogo de su novela El deseo y la furia, que tiene como protagonista a Camila O’Gorman, una joven que se atrevió a vivir, a asumirse como mujer y a no traicionar sus sentimientos, afrontando con estoicismo la miríada de adversidades con que la primera mitad del convulso siglo XIX pretendía vallar su camino hacia la felicidad.

     Por cierto, el historiador y el fabulador entrecruzan su andar más de una vez en este trágico capítulo de la Historia argentina, pero siempre dando, ambos, muestra de urbanidad: cediéndose mutuamente el paso, para luego retomarlo, cuando la narración requiere las artes de uno u otro, mérito, todo ello, de Luis Benítez, quien ha plasmado en su novela la forma más sublime no de la mentira, sino de la ficción literaria.

     La Iglesia del siglo XXI tiene que vérselas con sus propias flaquezas e imposturas, que no son precisamente las que afrontara en el siglo XIX, durante el cual el amor sacrílego entre una jovencita de la alta sociedad —Camila O’Gorman— y un sacerdote jesuita —el padre Uladislao Gutiérrez—, ambos menores de edad según las leyes a la sazón vigentes, era materia más que suficiente para encender la mecha de un pirotécnico y resonante escándalo, bombas de estruendo sacudiendo hasta los cimientos la viña del Señor. Todo ello durante el segundo período como gobernador de la provincia de Buenos Aires de Juan Manuel de Rosas, a quien Domingo Faustino Sarmiento (convertido por Benítez en personaje de su anterior novela, Los amantes de Asunción) adjudicara el mote de “el Calígula del Plata”.

     El deseo que unía a Camila y a Uladislao se impuso a la moral y a los mandamientos de la época, convirtiéndose en un anticipo de los cambios que se avecinaban en la relación entre individuo y Estado: las mujeres decidirían el rumbo de sus propias vidas, con la impronta de ese primer gran paso dado por Camila como ademán fundacional.

     Camila y Uladislao huyeron para vivir su amor, su pasión, y ocho meses más tarde fueron capturados por las autoridades. Jugó en contra de los amantes prófugos no sólo la Iglesia sino, además, la prensa opositora a Rosas, que contribuyó a que la mayor parte de la opinión pública condenara la inaceptable transgresión. La pareja fue fusilada el 18 de agosto de 1848: un “asesinato legal”, ya que contó con respaldo jurídico habilitante…

     El sello Vestales, editorial cuyo excelente catálogo se nutre de literatura histórica, publica este tercer opus de Luis Benítez tras los deslumbrantes Madagascar (2017) y Los amantes de Asunción (2019). En El deseo y la furia, la fuerza que impulsa la historia —narrada por la exquisita pluma de Benítez haciendo gala del consolidado y festejado estilo que le conocemos— reside, en gran medida, en la irrefrenable personalidad de Camila O’Gorman y en su empeño por vivir, hasta las últimas consecuencias, el destino por ella elegido. La novela reconstruye, meticulosa y detalladamente, e incluso sin desdeñar la intriga y el suspenso, la época en que los amantes vivieron su pasión, desplegando a lo largo de la trama episodios paralelos de la incipiente historia de una Argentina —a la sazón, plantada frente a las dos mayores potencias de entonces, Francia e Inglaterra—, con el propósito de que el lector experimente en carne propia las tribulaciones de Camila y Uladislao, todo ello enmarcado por la sangrienta confrontación entre unitarios y federales.

     No sólo la literatura, sino también el cine argentino se animó a transitar la vida y la muerte de Camila O´Gorman, prueba de que su trágica aventura se resiste al olvido: primero hubo una versión muda (hoy perdida) que data de 1910 y, posteriormente, otra que llegó en 1984 de la mano de la realizadora María Luisa Bemberg, titulada, sencillamente, Camila, versión de los hechos históricos que podría tacharse de edulcorada, aunque más no fuese por el sex appeal de su pareja protagónica —la argentina Susú Pecoraro y el español Imanol Arias—, un tándem a la medida del alto y ancho de la pantalla cinematográfica.

     El título El deseo y la furia remite, inevitablemente, a El ruido y la furia, que William Faulkner tomara, para nombrar su novela, del famoso monólogo shakespeareano de Macbeth. Y bien podría constituir una tragedia del Cisne de Avon la historia de Camila y Uladislao, porque la suya, como la de Romeo y Julieta, es, de alguna manera, la historia de una pasión que, pese a su trágico final, triunfa, porque quienes la protagonizan mueren jóvenes y en pleno ejercicio de su pasión

 

“El deseo y la furia”, de Luis Benítez (Editorial Vestales, Buenos Aires, 2022), 638 páginas. www.vestales.com.ar

 

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