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El Blues de Miami, cuando la ciudad comenzó a interesar a Hollywood

Los años 1980 fueron devastadores para Miami. El choque de culturas, la violencia y las drogas denigraron a la ciudad tanto social como culturalmente. Fue hacia mediados de la década, con el favor de la serie Miami Vice, cuando llegó su resurgimiento y empezó a ser vista como un paraíso Art Deco a orillas del mar. El país entero tenía los ojos puestos sobre Miami, y Hollywood no fue la excepción: en los noventa, sirvió de escenario a casi una veintena de películas (época en la que más películas se han rodado aquí hasta ahora).

El primer director en apostar por Miami fue George Armitage, en 1990, con Miami Blues. Este filme es la historia de Junior (Alec Baldwin), un ex convicto de San Quentin State Prison que busca empezar una nueva vida en el sur de Florida. Pero esa nueva vida no implica necesariamente alejarse de la delincuencia. Por el contrario, Junior fija acá su nueva sede de robos, asesinatos y estafas. Miami Blues podría verse como heredera de Miami Vice, pues aprovecha muy bien las vistas de Biscayne Bay y su skyline de cristales aguamarina, y de alguna manera Junior se acerca al prototipo de Sonny Crockett pero en versión bandido: guapo, de bronceado perfecto, vestido de colores pastel y con modales de dandy, aunque vive en el barrio bonito de Coral Gables y no en un bote, y almuerza en The Venetian Pool. La película de Armitage es una adaptación del libro de Charles Willeford, que lleva el mismo título y es una joyita de la literatura noir, género predilecto de Armitage que también ha dirigido The Big Bounce, basada en la novela de Elmore Leonard.

Charles Willeford (Little Rock, AR, 1919 – Miami, FL, 1988) fue uno de los autores más representativos y prolíficos del género noir en Estados Unidos, una veintena de libros llevan su firma. En Miami ambientó su trabajo más ambicioso: la saga del detective Hoke Moseley conformada por Miami Blues (1984), New Hope for the Dead (1985), Sideswipe (1987) y The Way We Die Now (1988). Con Moseley, Willeford creó un detective tan patibulario como hilarante: sin dientes, de escasos modales y que vivía en un motel de mala muerte, en Biscayne Boulevard. Miami Blues fue la novela que corrió el telón de la saga y es conocida como “la gran novela de Hoke Moseley”, aunque todos los siguientes libros son igualmente “las grandes novelas de Hoke Moseley”. Si bien en el Miami Blues de Willeford, Junior es también “el malo”, esta no es su historia, pues el lector se adentra en el mundo marginal de Hoke Moseley, quien lidia con una ciudad muy latinomericana a la que poco entiende, se emborracha a solas en su cuarto de motel, y camina las calles del downtown y Overtown, que por esos años eran las zonas más hardcore de la ciudad, siendo la segunda el epicentro de los violentos Miami Riots.

Es difícil que una adaptación fílmica abarque todos los aspectos de una obra literaria, pero el Miami Blues de la pantalla, que no le da en absoluto protagonismo a Hoke Moseley, resulta muy diferente al de Charles Willeford. Probablemente George Armitage rescató lo que menos le interesaba al autor representar en sus páginas y apostó por la formulita Miami Vice que funcionaba bien, pero lo cierto es que mientras que el libro de Willeford es una obra que trascendió en el tiempo, la de Armitage fue una producción recibida con una sonrisa de la audiencia, pero que no logró ningún reconocimiento mayor.

Entre las piezas más interesantes del cine miamense de los años noventa destacan Donnie Brasco, Any Given Sunday, There’s Something about Mary, The Birdcage, Striptease, Ace Ventura y Bad Boys.

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