a.m.

bolsas de plástico aletean entre las púas,

el sol se estrella

contra la luz del movimiento,

sirenas verde amarillo rojo,

sórdidos motores en ida y vuelta.

Todo está en silencio cuando el mundo no

nos habla a nosotros.

En mi sombra un insecto equivocado

se refugia de un graznido.

 

p.m.

desde las negras calles

resonancias de la tarde todavía,

 

grillos ecan

al titilar de las estrellas,

 

para ofuscar a su presa

silba una lechuza,

 

roe al aire el abanico

arrullando el dormitorio:

las cosas crujen su añoro por la voz del día,

equivocado me refugio en el conticinio.

El silencio es la sombra del sonido,

no su ausencia.

solo ruido

que va

de

regreso.

Elías David

Sostuvo en esta revista, hace tiempo, la columna de poemas Saudade que ahora retoma, ya sin saudade. Ha impartido en su ciudad natal talleres de creación literaria donde ha aprendido mucho. Textos suyos han aparecido en antologías regionales de su país y de Miami. Fue profesor de secundaria. Ahora sólo lee y escribe, o sea, no hace nada.

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