Cuento mundialista: Ándeme yo Prudente, y ríase la gente

Líber Prudente existe (búsquenlo por Internet). Quizá tan inverosímil como su nombre sea la historia que me contó.

Soñé —dijo—que dirigía la final del Mundial 2014 en el Maracaná. Habían llegado Brasil y Alemania.

Salimos al campo de juego, continuó. Quizá fue el sol, quién sabe. Lo cierto es que luego de los minutos de estudio correspondientes, Neymar, listo para convertir, detuvo la pelota junto a la raya de gol y comenzó a hacer paredes con Hulk en retroceso hacia su propio arco. Los alemanes aprovecharon y robaron la pelota; el turco Özil lanzó un centro y cuando el rubio Müller se aprestaba a cabecear, hizo flotar el balón sobre su frente y comenzó a hacer jueguitos con la cabeza y luego las rodillas y los pies.

Me di cuenta que ninguno quería hacer un gol—dijo Prudente sin asombro en su voz— e hice lo que mi nombre indica: los expulsé a los cuatro. Esto es un Mundial; esto es un juego serio, les grité. Los 18 que quedaban arremetieron contra mí y, de un solo tarjetazo, también los expulsé. La policía entró para sacarlos del campo a palazos.

En ese momento —me dice— todo se detiene: el negocio; los contratos; la fiesta malograda. Paro la pelota. Veo que el camino hacia el arco está despejado y comienzo a gambetear en esa dirección. Por el rabillo del ojo veo que fanáticos, estridentes comentaristas de televisión, jugadores, policías y la presidente de Brasil me están persiguiendo. Apuro la carrera y entro al área; planto la pierna izquierda y suelto la derecha. El sueño dentro del sueño se está por cumplir: hacer un gol en el Maracaná.

            Lanzo el tiro, pero me resbalo; le doy mal a la pelota, que se va a un metro del poste derecho. Me caigo y muerdo el pasto, que me sabe a polvo, se queja Prudente.

            Y me despierto.

Sentados el uno frente al otro en un lugar que no debo identificar, miro otra vez la casaca blanca de Líber Prudente (los árbitros ya no usan negro). La franja verde sigue ahí y me pregunto si los sueños sueños son.

Pablo Brescia

Pablo Brescia vive desde 1986 en Estados Unidos. Ha publicado los libros de cuentos Fuera de lugar (2012) yLa apariencia de las cosas (1997) y el libro de textos híbridos No hay tiempo para la poesía (2011), este último con el pseudónimo de Harry Bimer. Sus relatos han aparecido en revistas literarias, suplementos culturales y portales de Internet de España, Estados Unidos, México y Perú; participó, además, en antologías como Pequeñas resistencias 4. Antología del nuevo cuento norteamericano y caribeño (2005) y Se habla español: voces latinas en USA(2000), entre otras. Se desempeña como profesor e investigador de literatura latinoamericana en la Universidad del Sur de la Florida. Como crítico literario, es autor de la monografía Modelos y prácticas en el cuento hispanoamericano: Arreola, Borges, Cortázar (2011) y co-editor y contribuyente de varios libros, entre ellos El ojo en el caleidoscopio: las colecciones de textos integrados en la literatura latinoamericana (2006) y Borges múltiple: cuentos yensayos de cuentistas (1999).  Su blog es Preferiría (no) hacerlo http://pablobrescia.blogspot.com.

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