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Bolton: el fracaso de un halcón en la Casa Blanca de Trump

Fiel a su estilo en el programa de televisión The Apprentice (El Aprendiz), el presidente Donald Trump despidió el martes 10 de septiembre a su asesor de seguridad nacional, el ultraconservador John R. Bolton, mediante un mensaje en Twitter, como ya es su costumbre.

Trump dijo en la red social que informó a “John Bolton la noche anterior que sus servicios ya no eran necesarios en la Casa Blanca” y que Bolton había renunciado.

Con Bolton son tres los asesores de seguridad nacional que Trump despide. Los otros dos fueron Michael Flynn y  H. R. McMaster. Flynn fue declarado culpable de haber mentido al FBI en la investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales.

Como en The Apprentice, Trump no la piensa dos veces para echar a alguien de su entorno. En realidad, bajo su mandato la Casa Blanca ya parece un set del programa. Algo tiene que andar muy mal en 1600 Pennsylvania Avenue para que tantos funcionarios hayan renunciado o hayan sido despedidos en los dos años y medio que Trump lleva en la presidencia.

En el caso de Bolton, las diferencias con el presidente eran insostenibles. Bolton se opuso a la reunión de Trump con el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, durante la cual el mandatario norteamericano cruzó la frontera y se internó unos pasos en el país comunista. Bolton tampoco estaba de acuerdo con que Trump se reuniera con el líder de Irán, el ayatola Alí Jamenei, ni aprobó el encuentro que Trump iba a sostener en Washington con jefes del Talibán, que finalmente se suspendió.

Es posible que Trump también le haya pasado la cuenta a Bolton por su fracaso en sacar del poder al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. El cambio de régimen en Caracas que Bolton deseaba y vaticinaba no se ha producido, después que el autoproclamado presidente encargado Juan Guaidó no logró el apoyo de las fuerzas armadas ni movilizar a una parte sustancial de la población para librarse de Maduro. El gobierno chavista pende de un hilo, pero Bolton no consiguió cortarlo.

Bolton ha ganado notoriedad como un halcón en las relaciones internacionales, partidario de una política exterior agresiva y del retorno a la diplomacia de las cañoneras. Es un fanático del Destino Manifiesto, siempre dispuesto a intervenir en otros países y derrocar gobiernos cuando le parece conveniente para los intereses que representa o para el adelanto de su ideología.

Sin embargo, a pesar de su agresividad política y de su imagen feroz, realzada por su bigote decimonónico, al estilo de los pioneros que conquistaron el Oeste, Bolton no es un hombre de acción y en su vida ha estado en combate. Le hurtó el cuerpo a la guerra de Vietnam (al igual que su ex jefe, el presidente Trump), lo cual no le ha impedido mantener hasta hoy su aprobación a ese conflicto. Bolton escribió en el libro de una reunión de graduados de la Universidad de Yale (a la que asistió) que no tenía “el menor deseo de morir en un arrozal del Sudeste Asiático. Consideraba que la guerra de Vietnam ya estaba perdida”.

Bolton pertenece a la tropa de guerreros de sofá siempre dispuestos a enviar a los marines a luchar y morir invadiendo otros países, pero renuentes a poner en peligro ni una cutícula de su pellejo en una guerra. Trump, cuya presidencia está llena de errores, al menos rectificó uno al despedir a este halcón cuya imprudencia podría arrastrar a los Estados Unidos a un barranco.

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