La música nueva crece de modo abrumador. La responsable es la pandemia. Con tours cancelados sin fechas a la vista, con la facilidad de grabar un disco sin salir de casa y de lanzarlo rápido por streaming, los prolíficos encontraron un terreno bastante fértil. Salieron incluso tres discos de Bad Bunny así como dos de Taylor Swift, Drive-By Truckers, Autechre, BTS, Megan Thee Stallion, Sault, Thee Oh Sees y un largo etc, sin contar los diversos EPs y singles de innumerables bandas. Ha sido tal la cantidad de lanzamientos el 2020 que encontrarse con un disco excitante se ha vuelto como escoger entre diversos granos de arena en la playa. Salvo el álbum de Fiona Apple, que está bueno pero tampoco me emociona, ya casi no hay consensos entre las numerosas listas. Cada una muestra universos paralelos.
En medio de toda esta desconcertante pluralidad, sí tengo clara una cosa: las mujeres mantienen desde hace buen tiempo la delantera en originalidad, conmoción y rebeldía. Lo mismo piensan otros amigos del medio con quienes converso hace unos años acerca de esta tendencia. Las sociedades que mejor han manejado la pandemia son además gobernadas por mujeres. Tal vez siempre hicieron las cosas mejor que nosotros. Ahora la deconstrucción de la masculinidad viene también por los oídos.
Estos son mis discos favoritos del 2020:
1. Lido Pimienta – “Miss Colombia”
En el concurso de “Miss Universo” del año 2015 el presentador Steve Harvey por error declaró ganadora por unos minutos a la candidata de Colombia. Ese evento forma parte de la cultura popular de ese país y fue el germen del disco más hermoso del 2020. Pero el álbum no trata de esa anécdota. Es un experimento continuo que fluye mientras refleja la vida de la propia Lido Pimienta. El error de Harvey fue el detonante para revisar el racismo, la discriminación y la burla sentida por la propia artista.
El álbum tiene mucha presencia de sonidos tradicionales de La Guajira, la zona de donde Lido proviene. Es un homenaje también a Rafael Cassiani Cassiani, fundador, director y primera voz del Sexteto Tabala en San Basilio de Palenque, quien cuenta su historia en dos minutos, antes de que la artista colombiana/canadiense cante luego junto a ellos. Pese al ambiente mágico que sus canciones generan, Lido Pimienta no idealiza las zonas afrocolombianas. Es el canto de una cultura oprimida con carencias básicas como salud, educación, infraestructura etc. Estamos ante un disco que emociona, pero que al mismo tiempo inquieta.
“Miss Colombia” es el resultado de colaboraciones y de la mezcla de diversas culturas sin prejuicios. Ella vive hace siete años en Toronto, lo que ha influenciado también en esa visión multiétnica y tecnológica del álbum. Fue grabado en Santiago de Chile, Nueva Escocia, Buenos Aires y México. Pop electrónico que convive con instrumentación acústica tradicional de un modo que te hace cantar a viva voz con los brazos abiertos, flotar en el ensueño o entrar en un trance en idioma wayúu. Esta es la diferencia entre hacer folklore y arte.
2. Sonic Boom – “All things being equal”
Luego de años produciendo a bandas como MGMT, Moon Duo y Beach House, el ex – Spacemen 3 regresa con disco propio. Hecho con viejos sintetizadores analógicos, el tío se manda un discazo hipnótico y caluroso. No hay percusión. No hay guitarras. Tampoco estamos antes un disco de new age o de psicodelia espacial. Peter Kamber, aka Sonic Boom, hace una secuencia de introspección bastante humana, donde su voz tiene de mantra pero también mucho de bar, de conciertos y de calle. Este álbum es un templo electrónico.
3. Yorkston / Thorne / Khan – “Navarasa: nine emotions”
El contrabajo del jazz, la música celta y las letanías del sharangi recrean nueve emociones de un texto sagrado hindú. La tradición afroamericana, la británica y la india se entrelazan con este disco en múltiples realidades. Un sacerdote llamando al templo en Delhi, un soldado medieval descansando en los Highlands, un músico a oscuras en un bar silencioso de Chicago, todos sintonizados en la misma frecuencia. Parece un álbum siniestro, pero de a pocos se capta una luz que no deja de crecer. Este trío aporta a la humanidad una hora de iluminación.
4. Julianna Barwick – “Healing is a miracle”
Esto cantan las valquirias cuando recogen a los guerreros muertos para llevarlos al Valhalla. Música que disuelve el tiempo y el espacio. Es casi transparente. Se escurre como la neblina para acariciarlo todo. Solo por momentos aparece una discreta percusión que marca el ritmo de la marcha, elevándote a los cielos sin salir del dormitorio, todo de modo dócil, sin pompa ni solemnidad. No te das cuenta y ya Barwick te cogió de la mano para enseñarte el ingreso al paraíso. Un agujero blanco.
5. Red Axes – “Red Axes”
El dúo israelí lleva 10 años rompiéndola y en su tercer álbum repasan 40 años de electrónica. Desde Suicide hasta LCD Soundsystem. Este es su arte poética. House, techno-pop, cumbia digital, EBM y dark wave articulados desde el medio oriente, con un pie en el rock experimental y otro en las pistas de baile. Su versatilidad puede desconcertar al inicio, pero luego de 44 minutos de energía ininterrumpida te pones al toque a buscar sus discos anteriores. En su álbum epónimo Red Axes se despachó puros hits.
6. Bonny Light Horseman – “Bonny light horseman”
Anaïs Mitchell componía musicales. Josh Kaufman colaboraba en proyectos paralelos de Grateful Dead y The National. Eric D. Johnson cantaba en Fruit Bats. Hasta que se juntaron para tocar canciones antiguas, como la que abre el álbum y es un lamento de las guerras napoleónicas. Con mucha sofisticación en los arreglos, la instrumentación está basada en el piano y una delicada guitarra. Pero las voces son el principal instrumento del trío. El resultado es una exquisita mezcla de folk inglés, misticismo celta y música tradicional apalache.
7. Adrianne Lenker – “songs”
La cantante de Big Thief se fue a componer a una cabaña en las montañas de Nueva Inglaterra. Con la pandemia, el tour de la banda cancelado y una ruptura amorosa, Lenker vio fue la oportunidad de aislarse del mundo. Al inicio era ella sola en un gran cuarto de madera y días después se unió el ingeniero de sonido que la ayudó a grabar las canciones. Su voz transmite una excéntrica congoja. Pero “songs” no es un álbum triste. A lo Vashty Bunyan, Lenker creó una pequeña burbuja donde la soledad también reconforta y serena.
8. Kelly Lee Owens – “Inner song”
Su debut fue mi disco favorito del 2017. “Inner Song” se mueve más despacio, genera suspenso y es parco comparado a la euforia de su antecesor. Es una cuestión de actitud. Con John Cale que aporta su voz para el track más hipnótico, la productora galesa se mueve de nuevo entre la pasteleada dream-pop y el techno hedonista, pero ahora abre la ventana del estudio y se lanza a volar. Si antes fue el soundtrack de la fiesta y la resaca, ahora la ex – enfermera convertida en búho nival hace vuelos contemplativos. Electrónica de paisajes polares.
9. Rafael Anton Irisarri – “Peripeteia”
Para este músico neoyorquino el ambient es una manifestación política. “Peripeteia” transmite desolación y una extraña quietud ante el rumbo del homo sapiens sobre la tierra. Lo logra con capas que se superponen y se unen en un oscuro sonido, por momentos noise. Se escuchan ecos y sonidos intimidantes, tormentas de viento que cubren todo de rojo o gigantescos espectros fantasmales que pasan de largo por las ciudades, entre las casas. Pero el ambient siempre acaba en paz y te deja donde no funciona la ley de la gravedad.
10. Laura Marling – “Songs for our daughter”
Sétimo álbum de esta cantante inglesa que llega a un punto de madurez y luminosidad en clave Joni Michtell. Si sus canciones antes reflejaban sus desconciertos juveniles, hoy Marling empieza a construir historias. Este es un álbum con canciones donde reflexiona sobre hijos imaginarios y nos permite mantener la armonía con los hijos reales, tal vez por la influencia de sus estudios para convertirse en psicoanalista. Lo cierto es que hoy su voz cristalina y su instrumentación delicada limpian y refrescan mejor que el agua.
11. Bruce Springsteen – “Letter to you”
Este álbum muestra al Jefe en sus dos facetas. Minimalista y nostálgico en abismos como los de “Nebraska”. Épico y radiante cuando abre las ventanas como en “Born in the USA”. Estamos ante Springsteen clásico en todo su esplendor. El disco fue grabado en vivo en el estudio y su intensidad impresiona. A los 71 años sigue con la pasión de un veinteañero. Full maca.
12. Six Organs of Admittance – “Companion rises”
La otra pasión de Ben Chasney es el estudio de las estrellas. Por eso su música se expande, como si las ondas de sonido apuntasen al espacio. “Companion rises” son canciones de folk psicodélico con discretos riffs de guitarras llenas de fuzz, pulsaciones espirituales en canciones acústicas que tienen detrás un complejo entramado eléctrico.
13. Run the Jewels – “Rtj4”
EL-P ha sido de los más bravos del rap en los primeros 2000s. Tenía groove y la potencia del rock. Luego empecé a escuchar Run the Jewels sin saber que él era uno de los miembros de este dúo de hip-hop hipertecnológico. Y Killer Mike, el MC, mete furia sin perder el flow clásico, solo que con mensajes a favor de una puta convivencia pacífica.
14. Hum – “Inlet”
Una de las bandas más interesantes del post-grunge gringo pudo haber acabado hecha añicos regresando con un disco luego de 22 años. Pero mantuvieron el space-rock que los volvió una banda de culto, ejercitaron los músculos y se cortaron las uñas. “Inlet” podría sonar mientras una flota de tanques avanza a través de una pradera llena de flores en primavera.
15. Lucinda Williams – “Good souls better angels”
Alt-country y blues-rock tocado desde la oscuridad por una mujer recia que cada vez transmite más furia. Grabado en solo 15 días con su banda Buick 6, “Good souls bette angels” es un álbum de bar que la acerca a Neil Young & Crazy Horse. Atrás quedaron las canciones con esencia de flores. Hoy Williams lanza cuchillos.
https://www.youtube.com/watch?v=eBdU0tvZfAc
16. Phoebe Bridges – “Punisher”
Pop introspectivo con la amplitud del indie noventero. Este álbum es la versión dulce de un mundo postapocalíptico que ya tiene a su diva. Bridges sacó un álbum que se posiciona rápido como un clásico contemporáneo. El grito al final de “I know the end”, la canción que cierra el disco, es la catarsis de una chica de 25 años que declara su independencia y con ella millones más.
17. Susana Baca – “A capella: grabado en cada durante la cuarentena (mayo 2020)”
La artista grabó este disco en su casa durante la época más dura de la cuarentena, sin instrumento alguno. La interpretación es conmovedora. Este álbum podría ser puesto completo en los colegios para conversar sobre lo que hay detrás de cada canción. Es un sublime repaso de parte de la música y de la cultura peruana y latinoamericana. Sencilla y gigante.
18. Naia Reid – “Out of my Province”
Folk-rock y chamber-pop de una neozelandesa de 28 años que canta con la experiencia de alguien que le doble la edad. Este disco tiene 10 canciones enigmáticas y sin embargo emocionantes. En “Out of my province” no encontraremos gran experimentación ni una particular originalidad, pero sí las canciones de amor más lúcidas de esta época.
19. Waxachatee – “Saint Cloud”
El quinto álbum de Katie Crutchfield es un tributo a sus raíces en Alabama. Country-rock de una chica que se aleja del indie y de sus inseguridades para hacer melodías memorables. Dejó la juerga, esta sobria y pese a que siente todavía culpa, empieza a mirar atrás con distancia y sabiduría. Un álbum auténtico.
20. Humanist – “Humanist”
Rob Marshall, el cerebro detrás de Humanist, llamó a varios íconos para que pongan las voces. Dave Gahan, Mark Lanegan, Ron Sexmith y un largo etc cantan en un álbum donde la guitarra de Marshall es la verdadera protagonista. Con una producción glamorosa, esto es post-punk electrónico y motorik gótico para pisar el acelerador. También sirve para guarecerse en las sombras.
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