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«Y luego no hubo más…»: La ola de Liliana Colanzi

La ola_ ColanziQuizá perturbadora no sea la palabra correcta; tal vez la palabra correcta es angustiante, pero lo que queda claro de La ola (Montacerdos, 2014), de la boliviana Liliana Colanzi, es la manera en que altera nuestra precepción del mundo, y el antes y el después —las apariciones y las desapariciones— que sobrevienen al cerrar el libro.

La ola es en realidad una nueva “mezcla” de parte de la narrativa de la autora, una formulación alternativa, y, ciertamente, un libro que propone un vínculo especial entre texto y lector. El conjunto, editado en Chile para un mercado que no tuvo la oportunidad de disfrutar directamente de Vacaciones permanentes (primer libro de Colanzi), cuenta con algunos relatos de dicho volumen, textos que de alguna forma sirven como perfectas articulaciones para relacionarnos con lo que a nuestro juicio es lo más importante de esta nueva propuesta de cuentos: la presentación de un imaginario transformado, que se distingue del anterior al experimentar con las convenciones del gótico y con una red de representaciones apocalípticas alimentadas por un archivo mítico y religioso. Me refiero, sobre todo, a los relatos más logrados del libro: “Alfredito”, “El Ojo”, “Meteorito” y el notable texto que le da nombre al conjunto, “La Ola”, quizá la pieza más importante de la narrativa de Colanzi hasta el momento.

Podemos situar estos nuevos relatos de La ola en el contexto global de las narraciones que conciben el tiempo en tensión entre un principio y un fin, y en la visión escatológica concentrada en la otra vida y el más allá. Estamos, desde luego, ante cuentos que se fundan en el gótico tradicional y las profecías ancestrales (occidentales e indoamericanas), pero es justo recalcar que la propuesta de Colanzi coincide con una época de sampleado cultural en la cual las convenciones no son reglas fijas sino parte de un repertorio de posibilidades múltiples, de ahí que estos cuatro relatos, en lo que tienen de clásicos y novedosos (de neogóticos), resulten en una lectura incitante y no precisamente es una experiencia predecible.

El tipo de fijación temática y de ejecución argumental que Liliana Colanzi refleja en La ola nos demuestra que las virtudes que demostró en Vacaciones permanentes no fueron elogiadas en vano. La ola, en función del pasado y el presente de la autora, significa un evento de maduración a partir de la catástrofe como símbolo de trauma y conciencia; esta selección de cuentos abre sin duda una caja de Pandora que muy pocos querrán cerrar en el futuro, y nos garantiza que Colanzi no es una simple advenediza, sino una autora a tener en cuenta, una autora que puede hacernos temblar.

 

 

 

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Muela

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