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Víctimas del mismo censor

Ante los resultados del pasado proceso electoral, con un crisol de sensaciones entre las que están la incertidumbre, nos surgen interrogantes y temores acerca de los cambios que el nuevo presidente electo puede traer a la sociedad estadounidense y al mundo. La llamada minoría, entre otros sectores de la sociedad, nos encontramos en la expectativa sobre los posibles aplazamientos que podrían enfrentarse en las distintas comunidades. Una buena forma de crear conciencia es quizás recordar aquellos panoramas del pasado que atentaban contra los hoy reconocidos derechos de algunos grupos sociales. Con la pieza cinematográfica que aquí reseño, intento dar una mirada de cariz histórico a ataques que se originan precisamente a partir de las esferas del gobierno contra la comunidad LGBTQ, misma que ha sido víctima históricamente de sinnúmero de agresiones. Solo basta una breve ojeada al pasado para confirmar que sus luchas han sido durante siglos y que todavía falta mucho por lograr. En esta mirada retrospectiva, interesa el film Victim (1961) o Víctima de Basil Dearden. Esta cinta está contextualizada en la Inglaterra de 1957 pre reporte Wolfenden (la recomendación de legalizar la homosexualidad prohibida desde 1885 en dicho país). Dearden provee una realidad que si bien es distinta a la actual, resulta similar en cuanto al ultraje que vive día a día esta comunidad.

Aunque la obra se estrena posterior a la fecha del reporte Wolfenden, y además pasa la censura, fue clasificada X debido a que se consideró un material delicado para muchos. En particular se estimó transgresora por la utilización y la defensa del término ‘homesexual’. Incluso la cinta inglesa no tuvo buena acogida en los Estados Unidos. En Nueva York particularmente se exigió que la palabra ‘homesexual’ fuera removida del soundtrack del film. El director no cedió ante la crítica en contra de la pieza y se enfrentó al rechazo de varios sellos de aprobación de la censura por lo que terminó siendo marginalizada. No es de sorprender tales consecuencias puesto que la penalización de la homosexualidad era más bien la norma en muchos países todavía en la década del 60 del pasado siglo (por supuesto con ciertas excepciones -entre los países que superaban tal diatriba estaban Portugal, Paraguay, Panamá, Islandia, Brasil, Tailandia, entre otros).

El trabajo bien logrado de esta pieza de suspenso se confirma en que obtuvo dos nominaciones a los premios BAFTA en 1962 y una en el festival fílmico de Venecia en 1961. Entre éstas se distingue el galardón al mejor actor británico por el rol que desempeña Dirk Bogarde, como protagonista que encarna al abogado Melville Farr. El contexto de la trama se da en un ambiente de chantaje y amenazas contra homosexuales. Este personaje se atreve a enfrentar a los chantajistas, incluso a pesar del riesgo de que sus preferencias sexuales y la relación con un muchacho joven salieran a la luz y afectaran su carrera. La actuación de Bogarde es magistral, tanto que su interpretación además de verosímil permite al espectador entender la carga emocional que sufre esta comunidad para la época. Las miradas, las posturas y los tonos de voz del actor representan el rol del hombre homosexual visto como fuerte, honesto y luchador, como un ser humano que no teme ante la sociedad o las leyes con tal de denunciar el abuso y evitar que se continúe la extorsión.

Otro de los elementos magistralmente logrado es el ritmo y tensión de los eventos. Sucesos importantes para la narración acontecen sorpresivamente, sirviendo al suspenso del filme. Por ejemplo, escenas como las que presenta la decisión de Barret, o lo que conocía la esposa de Farr sobre éste o cuando se conocen algunos de los involucrados en la coacción tramada. Estos eventos asombran al espectador pero también permiten que un drama íntimo doméstico se entrelace de modo eficaz con la gran lucha social que aboga por los derechos homosexuales en la Inglaterra post 1957.

La crítica ha reconocido el filme más allá de esa lucha social. Ésta ha señalado que durante el momento de proyección se dejó a un lado cuan excelente fue dirigida y esbozada, y no se tomó en cuenta la gran elegancia con que se ilustran las escenas. De hecho la fotografía interesa por los acercamientos a los gestos faciales, percibidos tanto por la buena actuación de los personajes como por la carga expresiva de las emociones que se proyectan a través de la imagen.

La pieza de Dearden excede las expectativas sobre todo si inicialmente se piensa solo como obra de lucha social. Su resultado es una reunión de elementos muy bien logrados que retan a la sociedad de la época. Le da la tarea al público de revelar que, tal como el título del film destaca, la comunidad homosexual existe en las distintas esferas sociales y todos, homosexuales y heterosexuales (sin ánimo de establecer categorías binarias), resultamos ser víctimas del sistema. La denuncia del director provee una realidad que aun hoy enfrentamos: un sistema gubernativo que atenta contra el bienestar de la sociedad, que permite que el chantaje sea amparado bajo la ley y que las personas no sean valoradas por sus verdaderos roles en la sociedad, como lo son en la pieza el abogado, el librero, el artista, el barbero, en fin, seres humanos que aportan al funcionamiento social. Dearden se imprime en la historia con este film. Gracias a su trabajo podemos disfrutar su labor artística, y además usarlo como recordatorio de esas y otras luchas sociales que la minoría ha enfrentado a través del tiempo y que hoy corren el riesgo de ser amenazadas con el gobierno venidero.

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