
La ultima sonrisa de Cacho
A Liliana Juárez La casa abúlica, silenciosa, tenía el frente descascarado. Unas macetas inertes adornaban el patio. El perro circulaba con su habitual parsimonia.
A Liliana Juárez La casa abúlica, silenciosa, tenía el frente descascarado. Unas macetas inertes adornaban el patio. El perro circulaba con su habitual parsimonia.
No sonrió al momento de presentarse, como si se tratase de un encuentro diplomático y no apenas una entrevista de trabajo. Fue firme su voz,
A Liliana Juárez La casa abúlica, silenciosa, tenía el frente descascarado. Unas macetas inertes adornaban el patio. El perro circulaba con su habitual parsimonia.
No sonrió al momento de presentarse, como si se tratase de un encuentro diplomático y no apenas una entrevista de trabajo. Fue firme su voz,