uñas pintadas
La muerte llega a su pawn shop
con uñas pintadas de mierda
más larga en el dedo meñique
para rascarse el oído que todo lo oye.
Uñas que hurgan en hígados trémulos
y escriben en la piel de la nalga izquierda
el contrato leonino que los vendealmas
firman con sangre de su niño interior.
¿Qué sabes y qué quieres saber?
Nunca es el mismo precio.
Sibilas en desgracia danzan desnudas y lamen axilas,
en su cabaret-limbo al que solo se llega
a través de una puerta vetusta y oxidada.
De allí nadie sale como entró.
En el paño de lo inminente
se empeñan riñones o se prueba
un placer de iniciados:
depilar con los dientes
el arbusto sibilo de los siete meses.
Pero basta de palabras. Es tu turno.
Caída libre
Amaños, acertar por error
en la contienda,
rumiar una respuesta en caída libre,
para que nadie la escuche.
El fracaso en su salsa…
¿pero qué salsa
siente la música del viento,
rugir al oído de lo que se tragará el tiempo?
Torear a la muerte,
famélica, tozuda,
listar los pendientes
con letra aplicada, neurótica, obsesiva.
Echar a la hoguera las huellas del self
nacer a la nada sin más que perder.
Renombrar los objetos
que caen del suelo
desandar una historia
de tenues y gélidos tropiezos.
Soy otro, soy el mismo. Soy sauce.