Grillo
Largo el tobillo bajo un anca gruesa
de rana, el grillo es sin embargo pollo
con pasión vana por el salto. En su hoyo
de amor se obstina en un contralto, empresa
fácil de buscar presa. Este Don Juan,
en avatar castrato de tenor
tenue, hace rato añeja su licor
que se apura en pareja –así, en su afán
ciego de repetirse en la figura
y el canto, luego, como vino, parte
a propagar el desencanto. Su arte
no es para tanto –es insistencia pura
sin cadencia, martillo que se frota
en estribillo de una sola nota.
Mariposa
La realidad se posa y es del lento
pavo real. La mariposa, en cambio,
es un instante vuelto cosa, tan vio-
lenta en su vanidad morosa, viento
que se impacienta y se abanica. Es sorna
contra la muerte que la adorna, antojo
que igual que todo lo que advierte el ojo
–o casi– no es real. Sola, se torna-
sola y se dora, torna en danza muda
su mudanza. La realidad decora,
disuade, cansa –agrega a cada hora
mansa sustancia ciega. En cambio, anuda
el aire a su ansia suelta y va, no obstante,
la mariposa vuelta vano instante.
Alacrán
El alacrán carnal, el de la espalda
del brazo con puñal, ¿soy yo? ¿sos vos?
Dos alfileres romos en un cos-
turero es lo que somos. Al final, da
igual: si el mundo es un dedal, pañuelo
de metal, de batirse a duelo. A cada
cual su alacrán, su lacra nacarada,
pero la nada y su aguijón –sabelo–
son señuelo y carnada. Hacete fan
del alacrán –su don, su impar talento:
hipnotizar con la ficción del cuento
pendiente. Y no te miento: el alacrán
frente a los dos suspende nuestra historia,
vaivén del burro ante la zanahoria.
(De Bichos. Sonetos y comentarios.)