Quiero bajarme del caballo
de ese animal blanco
que tuerce el pescuezo hacia atrás
o mira obligado hacia adelante.
Caballo blanco de los viejos libros
de las estatuas ignoradas y sucias.
Blanco, herido por las espadas del siglo XIX.
Lleno de barro, sangre y heces.
Caballo loco que no sé montar
porque aprendí a caminar,
pero ni soy jinete
ni caballero, ni soldado.
Aunque sé correr, porque también aprendí el miedo.
Caballo de próceres y caudillos.
Bestia rural que detesta las aceras,
y ama los caminos de tierra
de piedra
de muertos.
Caballo senador de todos los Calígulas.
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AUBURN, ALABAMA
En este pueblo los árboles son blancos en enero.
No es el invierno la causa.
Una lluvia de papel toilette cae sobre los árboles
cada vez que triunfa el equipo de fútbol local.
Ese combate al que solo aquí llaman fútbol.
Por este pueblo pasó Roosevelt y también Elvis Presley.
Este lugar forma parte de la historia de la literatura latinoamericana.
Porque aquí murió Heberto Padilla.
Lejos de La Habana y de Miami.
En un jardín en el que no pastan los héroes.
Fuera del juego.