Ricardo Sumalavia. Croac y el nuevo fin del mundo (Eolas, 2023).
Libros como este reclaman la misma atención y delicadeza que la poesía. No pueden ni deben ser explicados sino sentidos, experimentados. ¿Esto significa que el libro no comunica? Al contrario, comunica, cuenta, narra y dice mucho, pero lo hace a través de ecos, reverberaciones que anidan en el lector/a y también a través de la ironía, que es la distancia que el sujeto pone entre sí mismo y el mundo.
De manera que empecemos por lo más fácil para mí y lo más difícil para Ricardo Sumalavia: su escritura, porque no quiero imaginarme lo difícil que habrá sido componer esta novela rompecabezas con sus saltos temporales, reencarnaciones y hasta viajes espaciales en un libro que supera apenas las cien páginas. Croac y el nuevo fin del mundo es un libro fragmentario, que contiene un centenar piezas anfibias, como su personaje principal: la rana, que transitan el camino del microcuento, de la novela gráfica, de la reescritura de piezas célebres de autores como Borges o el poema inicial de Juarroz, piezas de sabiduría oriental. Es decir, que Sumalavia juega con la trama pero también desde la forma.
El resultado de estas piezas es una novela inteligentemente construida en tres secciones (En la vida, En la muerte, Otra más todavía) en las que un joven aspirante a escritor, apodado “el Cabezón”, es el incansable traductor de la onomatopeya croac de una rana que vive en la pileta del jardín de la casa de su abuela. Desde el inicio me gustó ese recurso de Ricardo Sumalavia. Uno cuando escribe es siempre un traductor de sí mismo; uno escucha sus croacs interiores y trata dar un salto de rana del intelecto al papel para encontrarles un lenguaje y una forma.
Como la gran novela o la novela total, Sumalavia se propone en Croac atrapar el mundo entero pero en un gesto mínimo; un proyecto que viene de lejos si recordamos que Ricardo es autor también de dos libros que llevan por nombre Enciclopedia mínima y Enciclopedia plástica.
“El Cabezón”, nuestro guía, es un autor/traductor versátil que escribe de todos los temas. Nos acerca a las conductas pasadas de otras ranas y de su abuela, las criaturas que se encuentran dentro de él (una rana reencarnada), trazando una genealogía tan divertida y alocada que hizo que recordara a todos los Buendía de Cien años de soledad. Y también opina de todo: de la pasión, de la vejez, del mundo otro (asegura haber visto fantasmas, entre ellos el del abuelo del narrador); opina sobre la cultura de la cancelación y la recepción de las obras literarias, y recapitula, infatigablemente, hechos ocurridos durante una supuesta guerra entre las ranas del Norte y las ranas del Sur. Muchas formas antiguas y contemporáneas de violencia son incluidas en este libro escrito con al menos dos de las seis características que Italo Calvino anticipó en sus lecciones en Harvard: la levedad y la rapidez.
Todo cabe aquí: la imaginación, la belleza, el humor, la mística oriental y la cultura cashinahua, la ternura y la gastronomía de platanitos fritos y café de una abuela senil y por momentos cascarrabias, la guerra y el circo. También naves espaciales y lo escatológico contenido en un wáter que es más poderoso que la máquina del tiempo de H.G. Wells. ¿Se imaginan que al tirar de la cadena aparecen ustedes entre dos ranas desertoras o frente a un marino ahorcado por amor? No hace falta encontrar uno de esos viejos wáters con cadena. Basta con abrir este libro.