Search
Close this search box.

Periodismo Narrativo: un texto recuperado

 

escribir-computadoraRegreso de un viaje fundamental convencido de que la única decisión que vale la pena tomar es dedicarte a lo que verdaderamente te apasiona. Creo que eso todos los sabemos de alguna manera, lo difícil es tomar la decisión de hacerlo de verdad. Hace tiempo que lo importante dejó paso a lo urgente.

Hace algunos años di un primer paso, sin embargo ya no di un segundo. Comencé a dar clases de Periodismo Narrativo en el Laboratorio de Escritura de Barcelona, dirigido por el escritor ecuatoriano Leonardo Valencia. Logré dar dos cursos presenciales y dos virtuales. Fue una experiencia enriquecedora pero que, al final, trunqué en aras de un trabajo mensualmente remunerado, pero no por eso más satisfactorio.

Curiosamente en estos días, después de varios años sin colaborar, el Laboratorio recuperó un texto que realicé para ellos hace tres años y lo anunciaron en Twitter el 22 de noviembre pasado. Fue curioso, porque cuando comencé a leerlo, creí que no era mío.

Lo comparto porque al leerlo comprendí que, de algún modo, había realizado esa misma investigación de la que hablo como si fuera más una reflexión interna, para comenzar a escribir la historia que de verdad quiero contar: la de alguien que hace las cosas que realmente quiere.

 

Tiempo de investigación

 

Toda historia requiere su tiempo, incluso aquellas que ya han sucedido. Y quizá sean éstas las que deben esperar más para ser contadas. Antes de hacerlo debemos estar seguros de los hechos, contrastarlos, entrevistar a los testigos, buscar antecedentes, interrogar(se) sobre las posibles consecuencias.

En el periodismo narrativo, la investigación es el cimiento sobre el que se construye la historia. Sin ella, todo esfuerzo por no faltar a la verdad es estéril. El texto se queda huérfano de contenido, de color, de brillo, de voz. Para realizarla, ante todo, se debe tener paciencia, por más que la hoja en blanco te convoque a la cita inevitable.

Y cuando consideremos que la investigación ha concluido, la redacción del texto también requiere de tiempo. Ni más ni menos del indispensable. Todo texto tiene su ritmo, y él mismo te dirá las horas, los días o las semanas que necesita. Eso sí, nunca hay que dejarlo, porque se muere como una planta que se ha dejado de regar.

Pero no todo termina con el punto final. La revisión de todo texto implica cierto rigor. Es casi como volver a escribir toda la historia: que los datos sean correctos, que luzca el contraste de la información, que tenga un ritmo, una agilidad en la lectura, que no se cuelen erratas o faltas de ortografía. Incluso, si todavía nos queda un poco de tiempo, sería recomendable que alguien más leyera nuestra historia: una mirada fresca siempre encuentra elementos que difícilmente nosotros, los que contamos, hubiéramos descubierto durante todo el proceso.

La paciencia es un arte, un oficio que debemos cultivar al narrar, al escribir. Es una virtud de la que nos sentiremos orgullosos cuando leamos, finalmente, nuestra historia.

 

 

Barcelona, 13 de febrero de 2011

Relacionadas

Suburbano Ediciones Contacto

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
WhatsApp
Reddit