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Ni la filosofía ni la poesía son refugios. Son siempre interpeladoras

Rubén, eres un filósofo que además escribe poesía. En un libro titulado Marrow (2010) afirmas que “la poesía muchas veces es redentora; otras, interpela con crueldad”. ¿Nueve años después, sigues pensando lo mismo?

Lo de filósofo es una opción profesional, de vocación. Es decir, una carrera universitaria con todos los protocolos formativos que ello implica. Sin embargo, el ejercicio de pensar no se circunscribe a los muros universitarios. Debe siempre ir más allá que el simple cumplimiento formal. Pero, siempre inquietante y sublevante. En el asunto complejo de la poesía, ésta tiene un rol igual de insatisfactorio. Pero uno no elige ser poeta. Es casi una destreza incorporada, seguro alimentada por el contexto cultural o social pero esa pulsión lírica es incansable y viene dado. Esto es casi una confesión esencialista, para escándalo de la French Theory, y a contrapelo de las tesis duchampnianas pero considero que además de la constancia y persistencia artesanal hay un toque de talento incorporado en los poetas más sobresalientes. La práctica no hace al poeta. El trabajo sistemático no es suficiente para los buenos poetas, a veces, basta un momento y la belleza (o sus formas) brota a borbotones. El maestro Pablo Guevara, un sabio partero de la poesía peruana, veía que el poetizar en el Perú era una forma de cuestionar el orden de cosas. Cuando escribí Médula (2006) cuya traducción fue Marrow (2010) por parte del poeta hawaiano Zachary Payne, mencioné, efectivamente, lo que dices. Han pasado tantos años que todo ello parece de una vida anterior. Tal vez lo sea. Es más, a veces no me recuerdo como poeta. Es más, casi solo mi círculo íntimo sabe que alguna vez me dediqué a esos asuntos maravillosos, llenos de magia nocturna y celebraciones absolutas. Yo mismo me he ido olvidando, casi disolviendo.

El último libro que has publicado es Ni calco ni copia. Antología de filosofía peruana contemporánea (2019) ¿Cómo fue el proceso para la selección de autores y textos que forman parte de esta antología?

La historia de la filosofía peruana aún no se ha hecho. Apenas hay retazos inconexos. Una forma de paliar esa inmensa brecha de nuestra propia epistemología como nación (múltiple, además) es alcanzar pequeñas puestas de escena discursivas. A eso obedece la antología que hemos propuesto. Está referido a una parte de lo producido los últimos 40 años con sus diversas variantes interpretativas. Es verdad que es muy difícil concentrar en un breviario seleccionado las líneas interpretativas, pero hay algunas ventajas. En Perú, no hay muchos filósofos. Es un gremio casi aislado en los últimos años pero que está volviendo, aun tímidamente, a la discusión de país. Es una labor intelectual que debe exigirse a todo aquel involucrado en el pensar sobre nuestras situaciones como colectivo. Además, la estrategia de un modelo educacional de expulsar a los cursos de filosofía de los colegios, ha rendido tristes frutos. El que se haya sacado de las aulas escolares a los cursos de filosofía es uno de los grandes errores de los tecnócratas gubernamentales. El pensar en el Perú es una obligación.

Has publicado mucho, entre filosofía, poesía y artículos de investigación. ¿Cómo se puede lograr una producción tan amplia como la que has conseguido, sobre todo, tratando de mantener un equilibrio con otras actividades académicas?

En realidad, acepto el cliché, que escribir es una forma perfecta de expresar los acercamientos a la realidad, siempre intensa y nunca aburrida, en nuestro país. Hay colegas que escriben mucho más y mejor. Más bien estoy debajo del estándar. Es que hay otras cosas también que hacer: ir al teatro, al cine, comer, dar de comer a los perros y al ingrato gato. Toda la vida doméstica implica también un enfoque distinto, una pragmática terrenal, un sinceramiento de nuestras propias limitaciones. Los filósofos que están mirando las estrellas y esperando iluminarse, ya no existen felizmente.

Se cuestiona mucho la poca producción investigativa de las universidades peruanas frente a otros países latinoamericanos ¿Cómo ves el panorama de la investigación en el Perú?

Nuestro nivel de investigación es todavía menor. Hay esfuerzos laudables de diversos actores como algunas universidades y del propio Concytec. Y, considero, que se ha ido avanzando, aunque todavía con una velocidad que debe ser acelerada para alcanzar resultados mayores. Pero es sumamente importante que el caudal de investigaciones se focalice en asuntos que puedan ayudar a resolver nuestros problemas como país. Es decir, que estén concentrados en la sostenibilidad de nuestra población, en hacer que la ciencia ayude a ser viables a los sectores menos favorecidos. Por ese lado, creo, debe ir el corpus de lo que hacemos. Por supuesto, siempre considerar otras temáticas cuyos resultados son de largo plazo. Pero, insisto, debemos poner tanto públicos como privados, los mejores y mayores recursos para conseguir talento y enfocarlos a resolver nuestros nudos de vida. Ello significa también una urgente mejora de toda la infraestructura nacional, de permitir, como un deber, que los niños y jóvenes tengan oportunidades reales de adecuada formación educativa. No puede haber pocos privilegiados en educación. Cuanto mayor la cobertura y mejor la calidad de la educación, el país tendrá posibilidades sinceras de mejorar. Sino seremos una peligrosa ficción.

Eres director de la revista Desde el sur, revista que pertenece a la Universidad Científica del Sur, que acaba de ser indexada a SciELO, ¿cómo ha sido el trabajo para alcanzarlo?

El Concytec, nuestra institución gubernamental, dirige la política de la ciencia en el Perú. Tiene un mecanismo de reconocimiento de los esfuerzos formales y adecuados de las revistas científicas. Desde el Sur, que fundamos en el 2009, es una plataforma que fomenta las humanidades y las ciencias sociales. Después de diez años ha sido indexada en SciELO y, con ello, validar todo el esfuerzo de decenas de investigadores peruanos y extranjeros que han colaborado persistentemente con la revista. Hay, como todo proyecto exitoso, un equipo detrás.  Además, el notable apoyo de una gran Universidad como lo es la Científica del Sur ha hecho que las humanidades y las ciencias sociales tengan un espacio ganado para poder ampliar y profundizar los debates e intercambios de pareceres. Pero el reto cada vez es mayor y mejor. Todo espacio que permita dar acceso a las investigaciones será bienvenido. No hay nada mejor que diálogo permanente, incluso en nuestras naturales diferencias, para dar salud democrática a una comunidad.

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