Elena Iglesias siempre se encuentra del otro lado. Ella es la que escribe sobre nosotros y nuestros libros u obras de arte. Me siento en deuda con ella desde hace mucho tiempo. En realidad creo que nunca podré dejar de sentirlo, porque es una de esas personas que va por la vida regando luz sin esperar nada a cambio. Siento que ese derroche de positivismo, ese ramillete de luz malva que saca de sus bolsillos como la maga que es, tiene su origen en Elena, “la poeta”. Y digo esto, porque al leer su obra uno se conecta inmediatamente con ese ser de luz que habita entre nosotros. Ella flota por sus versos. Su poesía tiene el don de calmarnos; un gran manto nos abriga al leerla. Y me hace recordar los versos de Rumi, el espiritismo de Allan Kardec, y la luz del maestro ascendido Saint Germain. Además, recuerdo que su espiritualidad y su poesía; su literatura en general, vienen tomadas de la mano en el cuerpo de una gata llamada Manchita.
1.
Mi Dios es el Dios de los Salmos
el que obra maravillas
en el día de la angustia
el que viene de pronto como un ruido
como una violenta ráfaga de viento
que lo llena todo
hasta las manos vacías
el Dios que me dice:
“¡Levántate y anda!
queda mucho por hacer
remienda tu corazón herido
y sígueme”
A mi Dios lo encontré una vez
sentada al borde del camino
ciega y suplicante
oyendo el paso de la gente
como en Jericó.
Cuando no pude más con mi silencio
empecé a gritar y a gritar
con una fuerza prestada:
“Jesús, hijo de David, ten compasión de mí
¡Señor, que vea!”
Ese día supe que el origen de la luz
son las tinieblas
2.
Misterio
aquí me tienes de nuevo
tocando a tu puerta
Rondé por el mundo
buscando respuestas
y un amor
Mi herida se hizo más honda
Aquí me tienes Misterio
con mi fidelidad rebelde
confiada
3.
No llores por tu perla, Perdedor
Yo te la buscaré hora tras hora
guijarro tras guijarro y flor tras flor.
Me queman los restos de un oro antiguo
del héroe mítico
que quiso robarle el fuego a los dioses
Su sombra se hace en mí
según la claridad del desierto
Dime, Señor, de forma que lo entienda,
¿qué hago yo en esta hora,
en pie sobre la tierra
con mi desesperada esperanza?
No pido un dios para mi noche oscura
solo una gota de miel
para los que se han atrevido a volar
Elena Iglesias nació en La Habana, Cuba y actualmente vive en Miami, Florida. Ha vivido además en México y Venezuela. Estudió literatura en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. También es periodista y escribe para El Nuevo Herald sobre arte, literatura, salud y espiritualidad. Se siente orgullosa de haber escrito varios libros de cuento y poesía en inglés y español y de tener tres hijos maravillosos.