Lo que sé de tu origen

Cuando se inventó el abecedario
no existías y yo ahora,
ahora que te veo, no tengo
palabras para definirte
Sé que tienes nombre, sé
su significado. Pero alrededor de ti,
si pudieras verlo,
danzan las palabras
que tu vocación de dar
te otorga.
Sé que ya no quieres
que te nombre, y trato
de no llamarte
con ningún vocabulario adoctrinado
Sé que debo
sacar a la mujer
de su molusco primigenio,
sacarte a ti
del ingenuo afán de protegerte
o ver en mí lo blando
que acunaron las mareas del viento
de la primera palabra
con que me nombraste.
Sí, en el principio era
el verbo, porque
desde el continuo movimiento

tú y yo somos.

Elías David

Sostuvo en esta revista, hace tiempo, la columna de poemas Saudade que ahora retoma, ya sin saudade. Ha impartido en su ciudad natal talleres de creación literaria donde ha aprendido mucho. Textos suyos han aparecido en antologías regionales de su país y de Miami. Fue profesor de secundaria. Ahora sólo lee y escribe, o sea, no hace nada.

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