
No te hará más joven, ni más cosmopolita, el pasar tu cumpleaños en un vuelo de trece horas en sentido antihorario.
Turistear en Japón durante la primavera no te convierte, por arte de magia, en un escritor de haikus.
Si el cristal del pensamiento no está limpio, los aforismos jamás vendrán prístinos como los paisajes de Shizuoka.
La felicidad del viajero es perderse en una ciudad sin mapas. La pesadilla del turista es quedarse sin datos.
La probabilidad de conseguir una SIM Card que funcione bien en Japón es proporcional al nivel de inglés del cajero que atienda en el 7-Eleven.
Desde siempre, el lenguaje de señas es la lengua universal.
«No tener nada que decir» y «decir cualquier cosa» son dos estados del lenguaje que nacen del mismo silencio incómodo.
Solo aprende el que está dispuesto a entender que su lengua no lo abarca todo.
En Japón, casi nadie habla otra lengua que no sea el japonés. No es su culpa que los turistas no sepan dar ni los buenos días.
La ciencia del turismo es procurar que el viajero viva la aventura más excitante de su vida sin causarle el más mínimo rasguño a la ilusión.
No hay peor verdugo para la fantasía de Occidente que una fila virtual de quince mil usuarios para entrar al parque del Estudio Ghibli.
Nada más solitario que un latino sin GPS en medio de la multitud de Akihabara.
Como el río de Heráclito, nunca serán los mismos ni el cruce de Shibuya ni los individuos que lo atraviesan.
No hay contenido más fiel que Hachik? frente a la cámara de los influencers.
Hachik? murió sin que su fidelidad fuera reconocida por los parroquianos, que lo juzgaban como un perro callejero. Luego le levantaron una estatua que ahora les genera ingresos. La «obra» y el «escritor» quizás tengan el mismo destino.
Por más caliente que esté la sopa, el ramen sigue siendo comida rápida.
Como el sushi en las bandejas de los supermercados, la alegría tiene un precio durante el día y otro precio durante la noche.
El turismo de congresos es real. Se conforma de título y palabras clave. Se desplaza a la velocidad de un resumen traducido al japonés por una IA.
Un certificado de participación sin carpeta ni sobre habla más de un congreso que diez mesas simultáneas de ponencias.
No importa lo que cuente la historia de la literatura, al final los molinos de viento de don Quijote se convirtieron en megatiendas de rebajas.
Describir el viaje es viajar dos veces.








