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#LaBola: SONY con tomates

en-aaaaaaaaaiaaaaaa… esa parte tan bonita chico, tremenda voz que tiene esa mulatica, cuando hace el aaaaaa ese me deja como loco, ¡qué voz! Además, la presencia, siempre vestida con esos trajes laaargos y llenos de luuuces como si no bastara el glamour y la escenografía de las salas de concierto. Cuando sale en los video-clip siempre lo hace rodeada de animalitos afectivos bellísimos o bailarines bien amaestrados y perfectos. Aparece de pronto entre una nube de humo y aaaaaaaiaaaa, me acaba con los nervios. Me pongo frenético, tan buena afinación me produce una presión en medio del pecho, una intranquilidad. También la tengo grabada en casetes, unos quince: con todos sus discos: álbumes, singles, recopilaciones y grabaciones piratas. Tengo además cuatro películas donde actúa, siete donde canta el tema principal o la banda sonora y una donde aparece como extra, de cuando no era famosa. Me pongo a observar el ecualizador gráfico y cada vez que da un agudo lleva las lucecitas hasta el tope rojo de la escala, una barbaridad. Es una lástima que no entiendo ni un carajo las letras de las canciones, están en inglés. Pero por la forma apasionada en que las dice deben ser de amor, de un amor inmenso y apasionado que se desgarra ante la vileza de una traición, o de un amor que comienza en las arenas de una playa como Santa María o el Mégano, me imagino yo, u otro que es interrumpido por la leucemia de uno de los dos (de ella, así es más dramático). El hecho es que todos los temas suenan a despedida. Pone cara de angelito destrozado, se pasa las manos a lo largo de su cuerpo perfecto y aaaaaaiaaaa me transporta, me conmueve, me ilumina, el que diga que está cantando sobre el precio de la habichuela es un ignorante, eso es amor a pulso, decibeles al servicio de la pasión. Ella es buena, buenísima, por medio de la razón y por el simple concepto, place, como medio y en sí misma.

Canta como una diosa, aunque no la entienda, comprendo que en ella está encerrado siempre el concepto de un fin, la razón con el querer, mi satisfacción e interés. Cada vez que entorna los ojos y dispara un agudo cierro los ojos y me ligo a su voz, me olvido de ella misma para encontrar la belleza desligada de su cuerpo y sus lentejuelas enceguecedoras: me es igual si lo cantara ella o una garduña en período de gestación. ¡Oh, la belleza!, su belleza es como la de las pirámides: no se puede describir como una magnitud, como no es necesario contar las piedras superpuestas de esos monumentos egipcios para intuir su grandeza: es un sentimiento de disconformidad de la imaginación con la idea de un esfuerzo para ensancharla: recae sobre sí misma: la perplejidad y la emocionante satisfacción: en-aaaaaaaiaaaaaa y todo lo demás.

Te digo, regreso del trabajo, me quito la ropa, me baño, pongo en un plato unas cuantas rodajas de tomates encurtidos y me siento en el sillón, al lado de la ventana abierta de par en par, a oírla cantar. Yo la llamo simplemente mi diva, eso de Monstruo es un dilatado y mal concepto que no merece: lo monstruoso es algo, que, por su magnitud, niega el fin que constituye su propia esencia y ella se plurifica, se afirma a través de mis sentidos como algo sublime y concreto: el objeto de mi humilde y perseverante adoración. Me balanceo, mastico lentamente el tomate y aaaaaaiaaaa desaparezco en el infinito oscuro de mí mismo transformado en simples notas de escala.

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