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 La colección de la lengua popular

Hablar del diario Crónica es hablar de Buenos Aires. En cada bar de los barrios porteños hay un ejemplar a mano para informarse en cuestión de minutos. Con una tapa siempre al borde y a veces con ribetes bizarros, Crónica ha hecho gala de un periodismo desenfadado y sin complejos. Durante décadas se ha ganado a los codazos un lugar en la vidriera de los diarios en papel más importantes de la Argentina.

La oligarquía periodística vernácula en varias oportunidades lo dio por muerto y o lo señaló como una publicación menor, pero Crónica se mantuvo incólume con la proa puesta en su público, la clase obrera y trabajadora y con una máxima que es religión: “Siempre junto al Pueblo”.

El diario Crónica apareció a principios de los 60, como una fuerte apuesta por imponer un vespertino que domine el mercado por la tarde. Su creador, Héctor Ricardo García, tenía la obsesión de que el periódico tenga dos tiradas diarias, costumbre que mantuvo durante años. El caso Norma  Penjerek, una joven raptada y asesinada en el otoño de 1962, puso a Crónica a jugar en las grandes ligas, lugar que no abandonó nunca más.

A mediados de los 90, Crónica decidió sacar una colección literaria. Lo hizo sin abandonar esa tradición exuberante de hacer las cosas. Se llamó “Crónica 100 x 100”. Eran libros de bolsillo, con una edición sencilla, de tapas blandas y colores apagados. Cada viernes aparecía un nuevo título a 1 peso. Se podía comprar solo o con la edición vespertina del Crónica. Las paradas de diarios en la esquinas de Buenos Aires estaban abarrotadas de libritos. La gente hojeaba las páginas, mientras esperaba el tren o el ómnibus que lleve a su casa, en algún rincón del Conurbano profundo.

Esa infame pulsión clasista que suelen tener las “bellas artes” llevan a pensar que  luego de una extenuante jornada de trabajo, un obrero no podría leer a Chesterton, Cortázar o Tolstói. En ese punto está el valor de aquella colección disruptiva, de poner al alcance de la mano de un obrero una novela, una serie de cuentos o una obra de teatro. Como nunca, Franz Kafka, Jack London, Nicolai Gógol, Luigi Pirandello, Roberto Arlt, José Hernández, entre muchos otros, ingresaron a hogares de las clases bajas y medias bajas de la Argentina. Una acción definitivamente revolucionaria.

 

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