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Historias de un escritor cansado

Novela y teatro de Mario Vargas Llosa


Los matrimonios formados por el ingeniero en minas Enrique Cárdenas y su esposa Marisa, y por el prestigioso abogado Luciano Casasbellas y su esposa Chabela, son muy amigos. Tanto, que una noche de fines de los 90, y a causa del toque de queda que obliga a toda Lima a encerrarse en sus casas muy temprano, Chabela, quien no se ha percatado de la hora, debe quedarse a dormir en lo de Marisa. Enrique no está, por lo que ambas mujeres comparten la cama matrimonial y, poco antes del amanecer, roce inocente va, roce inocente viene, terminan haciendo el amor y dando comienzo a una relación que habrá de continuar también en Miami, donde Chabela y Luciano, como buenos peruanos acaudalados, son propietarios de un apartamento.

Un buen día, Enrique es visitado en su oficina por Rolando Garro, un periodista de cuarta que dirige el semanario amarillista Destapes. El hombre le advierte que tiene en su poder una serie de fotografías que muestran al ingeniero en una suculenta orgía. El casi casto Enrique, que a no ser por tal desliz siempre fue un marido respetuoso, consulta con Luciano, seguro de que tarde o temprano Garro lo intentará chantajear. A la historia se suma Juan Peineta, un declamador y mediocre actor de televisión, a quien Garro atacó gratuitamente desde su semanario hasta lograr que lo despidieran del canal. Peineta vive en un hotel de mala muerte, acompañado por el hambre y por un gato que se llama Serafín, deseando acabar con los días del infame cronista.

Con este paquete de personajes débiles, previsibles, narrativamente irrelevantes, el peruano Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) construye su última novela, Cinco esquinas. Todas estas agónicas criaturas transitan por una ciudad y por un país violento, que el escritor parece no querer retratar más allá de las contrariedades que provoca el toque de queda, y a la presencia siniestra de otro individuo conocido como el “Doctor”, quien se ajusta a la figura de Vladimiro Montesinos, mano derecha del por aquel entonces Presidente Alberto Fujimori. Los integrantes de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) aparecen tangencialmente en el cuerpo de la obra, apenas señalados como “terroristas”. Ninguna otra cosa logra traducir una situación política y social que ensangrentó a aquel país durante más de una década y costó la vida de miles de peruanos.

En el desarrollo de la trama, con capítulos en los que se van alternando personajes y anécdotas, Vargas Llosa recurre a una vieja técnica que muchos años atrás potenció algunos de sus títulos más renombrados, como La ciudad y los perros, La casa verde o Conversación en La Catedral: el encastre de diálogos y anotaciones en una secuencia alterada, con anacronismos y escenarios diversos a fin de una aproximación coral a la historia. Pero en este caso la estrategia termina convirtiéndose en un truco fatigado y tedioso, como también pasaba hasta el hartazgo en su novela anterior, El héroe discreto. Tampoco Vargas Llosa se ahorra cursilerías ni lugares comunes que golpean al lector aquí y allá, con frases como “¿Te puedo decir que te amo? ¿No te importa?”, “Gracias por la noche más feliz de mi vida, Chabela” o “Todo tiene solución en esta vida menos la muerte”, que no merecerían figurar en las páginas de quien alguna vez fuera uno de los mayores representantes de la literatura latinoamericana. Y para colmo la escena final, con un Luciano que se declara al tanto de cosas que los demás suponen que desconoce, recurre a similar retruécano que el cierre del cuento “Los pocillos”, de Mario Benedetti, ocultando al lector una información que debería haberse brindado mucho antes.

Sobre fines de 2015 también fue editada Los cuentos de la peste, una pieza teatral que Vargas Llosa escribió y actuó en tablas madrileñas junto a Aitana Sánchez-Gijón. Se trata de una adaptación libre de El Decamerón; en ella ocurre una cosa curiosa: allí donde la obra de Giovanni Bocaccio es divertida, ágil, por lo general descacharrante, Vargas Llosa logra un producto aburrido, solemne y de un obsesivo didactismo que radica en repetir hasta el cansancio que todo acto de creación es más poderoso que la muerte.

Cinco esquinas, de Mario Vargas Llosa, editorial Alfaguara, Montevideo, 2016, 314 páginas

Los cuentos de la peste, de Mario Vargas Llosa, editorial Alfaguara, Buenos Aires, 2015, 249 páginas

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