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Gabriela Ovando: Recordar, escribir y publicar son tareas que nunca serán banales, todo lo contrario. La dupla de corazón y educación es la vencedora.

Gabriela PictureGabriela Ovando d’Avis es escritora y periodista. Nativa de Cochabamba, Bolivia, ahora vive en Fort Lauderdale, Estados Unidos. Se licenció en Comunicación, obtuvo una maestría en Literatura Latinoamericana y se doctoró en Estudios Comparativos en Florida Atlantic University. Dirigió el semanario Mujer del diario Los Tiempos (Bolivia) y ha sido columnista de las páginas de Opiniones y Perspectiva de El Nuevo Herald y The Miami Herald, entre 1994 y 2005. Entre sus obras se encuentran Atisbos (La Paz: Plural Editores, 1998), una colección de crónicas presentada por Elena Poniatowska, El retorno del héroe (Ann Arbor: UMI, 1999), un estudio crítico sobre Lituma en los Andes, de Mario Vargas Llosa; Al rumor de las cigüeñas (Miami-La Paz: Plural Editores 2003, 2da. edición 2008), novela que recibió elogiosos comentarios de la crítica en diversos países, tras su primera edición en Estados Unidos; y A grandes males, grandes reformadores (La Paz-Miami: Plural Editores, 2008), ensayos sobre el proceso de cambio y las autonomías en Bolivia. Ha terminado una segunda novela histórica, Los mellizos de Nápoles, sobre la cual habla en esta entrevista.

Teresa Dovalpage: Escribir sobre temas históricos no es siempre fácil. ¿Cuán difícil te fue integrar la realidad con la ficción?

Gabriela Ovando: No es fácil porque tienes que leer muchísimo, investigar y acudir a muchas bibliotecas, a veces en otras ciudades, en otros países, en fin, donde crees que puedes encontrar el material que buscas. Si bien internet es hoy una gran herramienta, no lo es todo, ni mucho menos. En mi caso y para mi última novela, Los mellizos de Nápoles, tuve que armar primero el rompecabezas y luego desplazarme, salir de casa, de mis libros de consulta y visitar fuentes mayores, como el Archivo Nacional de Buenos Aires, el de Sucre en Bolivia, el de Historia de Santa Cruz, también en mi país de origen, y finalmente la Biblioteca Widener de Harvard, que resultó la fuente mayor de todas mis consultas, porque allí descubrí que se encontraban los textos más inesperados y sorprendentes, jamás imaginados, que me permitieron escribir la novela que pude terminar en el 2013. La historia fue desde siempre mi telón de fondo, porque todo lo que he escrito hasta ahora se origina en ella. Historia antigua y reciente, grande y chica, que poco a poco fue convirtiéndose en una narrativa íntima, en una mitología personal que a trancas y barrancas dio a luz una voz propia. De modo que integrar la historia —o la realidad— con la ficción, el principal quehacer de mi vida en todos los órdenes, no me resultó un afán rebuscado pero sí trabajoso, arduo y cotidiano. Porque la realidad estaba allí, como el dinosaurio de Monterroso, y yo tuve que darle el toque mágico que exige la buena literatura. Porque de otro modo no consigues la atención de los lectores, quienes son al fin y al cabo los destinatarios de lo que uno escribe. En eso consisten todas las técnicas de la novela, las de Vargas Llosa que han sido para mí una guía indispensable, y la “carpintería” de García Márquez, quien acaba de morir y nos ha legado tanto… Trabajo diario, armar, desarmar y volver a armar los textos, hasta que en ellos desaparezcan las  angustiosas correcciones del escritor y el texto fluya como un río diáfano y libre.

Teresa Dovalpage: Sí, aparte de la armazón literaria, que tan bien acabas de describir, tratar asuntos históricos es mucho más trabajo que escribir sobre temas actuales. Entonces, ¿por qué decidiste escribir otra novela histórica?

Gabriela Ovando: Porque no tuve otra opción, mi querida Te. Intuyo que mi mente y mi alma estaban programados para emprender con otro salto al vacío, que pese a las dificultades culminé con una íntima y renovada alegría, en este caso revivir y eternizar a los mellizos de Nápoles, para que ellos nos sobrevivan, como diría Pirandello. Aunque para ello son siempre indispensables los lectores, a quienes invito a leer esta nueva historia.

Teresa Dovalpage: ¡Y seguro que aceptarán tu invitación! ¿Cuánto tiempo te llevó el proceso de investigación para Los mellizos de Nápoles?

Gabriela Ovando: Dos años y pico. Hasta que me di de bruces con la biblioteca Widener, durante un verano inolvidable cuando sus bibliotecarias me recibieron como hadas madrinas y me proporcionaron los textos más insospechados, que llegaban a diario en un camioncito a la una y media de la tarde, desde un depósito al norte de Salem, Massachussets. Jamás podré agradecerles lo suficiente. Como también agradezco a Ricardo Mase y al señor Nuñez, en Buenos Aires, a Paula Peña en Santa Cruz, y a Marcela Inch y a María en Sucre.

Teresa Dovalpage: Un día habrá que hacerle un monumento al Bibliotecario Desconocido, esa maravillosa especie que está en peligro de extinción. ¿Cuál es, en tu opinión, el mayor reto a la hora de escribir una novela histórica?

Gabriela Ovando: Estar dispuestos a investigar sin pensar en el tiempo que ello requiera. En ser disciplinados y honestos durante la investigación. Y libres a lo largo de la escritura del texto.

Teresa Dovalpage: ¡Me encanta esa definición! Disciplinados, y libres… La tendré en cuenta si algún día me meto en algún berenjenal histórico. Ahora cuéntame, ¿tienes una rutina para escribir? ¿Algún tipo de ceremonias para llamar a la musa?

Gabriela Ovando: ¿Llamar a la musa? Escribir es un trabajo duro, y tú lo sabes. Mi rutina es comenzar los lunes y los miércoles a las ocho de la mañana (los únicos días que tengo para escribir, porque los demás días de la semana trabajo como administradora en la práctica de medicina privada de mi marido y mi hijo, en Fort Lauderdale, oficio que nos da el pan y muchos otros beneficios para vivir), programar la música clásica que me acompañe hasta el final del día, las seis o siete de la tarde, encender una vela con olor agradable y concentrarme en la escritura. Tener a la mano mis diccionarios de la RAE, de sinónimos y de usos y dudas de la lengua española y, manos a la obra. Sentarme frente a la pantalla del ordenador, de mi computadora Mac (nunca pude entenderme con una PC) y escribir, escribir, varias páginas en un día bueno y una o dos en días menos buenos.

Teresa Dovalpage: Qué envidia esa disciplina que te permite plantificarte frente a la Mac a semejante hora…¿Y qué aporta la literatura a tu vida?

Gabriela Ovando: Todo.

Teresa Dovalpage: Así mismo es. ¿Algún consejo para quienes comienzan la carrera de las letras (un término que hubiera usado Marie Jo en su época)?

Gabriela Ovando: Recordar, escribir y publicar son tareas que nunca serán banales, todo lo contrario. La dupla de corazón y educación es la vencedora.

Teresa Dovalpage: Muchas gracias, Gabriela, por esta entrevista, y espero la pronta publicación de Los mellizos de Nápoles.

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