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Poesía: Fugas de Lourdez Vázquez

Anticipo del poemario Fugas que será publicado por Ediciones Furtivas y presentado en la Feria del Libro de Miami 2023.

 

La cumbia de mil balas

Es plena luna llena, los cadáveres se distinguen en el desierto con los niños que se esconden de la policía fronteriza. Los cientos y cientos de niños que aparecen a diario cual conejos en el sombrero del mago. El acto da comienzo. El mago con su capa roja, sus sentidos rojos, su sombrero de copa acompañado de luces y el conejillo que aparece en el sombrero. Los niños saltan por el río gracias a las tortugas del arenal. Brincan las cercas con ayuda de la paca de coyotes que sirven de protección y también de cura. Ese lobo estepario de ojos amarillos dueño de su territorio marca distancia entre el éxtasis de los armados y la música que les acompaña: la cumbia de mil balas y los muertos encontrados por doquier.

     Una noche me escapé por entre el largo cortinaje de hierro de torres con cámaras de circuito cerrado, pero la energía de los fósiles es también el lobo de la pradera. Ese día, con la luna redonda y dos maletas de libros de poesía crucé la frontera junto a un grupo de prostitutas que servían a los agentes, para luego quedarme dormida por aquellos predios repletos de murciélagos y ecos del lobo de pradera. De miedo. De fascinación la magnitud de estrellas y el armadillo que se cerró como piedra escrita hasta que llegase la nueva rotación del sol. De fascinación las flores de medianoche del saguaro. Entretanto, en esta economía delincuencial el desplome de muchos de esos niños por sed, de hambre, de puro cansancio, de puro miedo es continuo. De miedo nos morimos todos con los ojos fijos pegados a la curvatura de las estrellas por estas tierras nocturnas.

 

 

Sin memoria ni olvido

 

Elle était fort déshabillée

Rimbaud

a S. R.

Sus brazos tirados allí quedaron. Su cabeza, barriga, ombligo, orejas suyas, toda ella como un becerro en sacrificio, su espíritu aplastado contra aquella verja y los líquidos de su cuerpo pálidos, como pajaritos sumergidos en agua prieta.

      Para todos los propósitos il corpo in letargo en medio del camino, despojada su dignidad, arrancado el decoro, rota mil veces, tirada al vacío, caída en la tierra y vuelta a tirar. Jamás levantarse y permanecer cadáver podrido con las cucarachas y ratoncitos comiéndose tus pedazos.

        Nadie se asoma. Nadie. Hasta que es muy tarde y la descomposición de tu cuerpo hace que huyan los paramédicos y la policía.

        Morir en la carretera debe ser casi tan brutal como morir sola en el piso de tu habitación, cual finlandesa que sueña con los fuegos del invierno. Morir reventada por llantas, por el peso de la máquina, los pedacitos de metal que se te incrustan, porque se le explotó la cabeza, señora; y los riñones saltaron como campanas con desperfectos y el vientre se le quedó podrido de moscas, como morimos los negros, sin memoria ni olvido.

 

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