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Fin para el embargo más antiguo de Cuba

El embargo cubano tiene los días contados, y una reciente encuesta de  Florida International University (FIU) marca el fin de una era de fervor político en Miami que ya no regresará.


Un cambio trascendental ha tenido lugar este año en la comunidad cubana de Miami.

Por primera vez en la historia de un exilio de más de medio siglo, la mayoría de los cubanos que viven en el Sur de la Florida está a favor de eliminar el embargo norteamericano contra Cuba, según una encuesta reciente de la Universidad Internacional de la Florida (FIU).

El 54.3 por ciento de los encuestados apoya la eliminación del embargo, y el 74.4 por ciento dice que no ha funcionado en lo absoluto o que no ha funcionado muy bien.

El 55.8 de los cubanoamericanos encuestados también apoya la política de apertura hacia Cuba que el presidente Barack Obama inauguró el 17 de diciembre de 2014. El 17 de diciembre, por cierto, es la fecha en que se venera a San Lázaro, un santo milagroso que en la mitología afrocubana es conocido como Babalú Ayé. El cambio en la relación hostil entre Washington y La Habana, y en la tensa relación entre los exiliados cubanos y el gobierno de la isla podría verse, en efecto, como un milagro.

La realidad es que se ha producido un profundo cambio generacional. Los cubanos que emigraron en los primeros años de la revolución mantienen una postura más antagónica frente al gobierno de la isla, mientras los que han venido más recientemente, sobre todo después del éxodo de los balseros de 1994, durante la presidencia de Bill Clinton, tienen una visión diferente, han dejado familiares en Cuba y piensan regresar de visita cada vez que sea posible.

El cambio de actitud en las nuevas generaciones de cubanos marcará el rumbo de la política a ambos lados del Estrecho de la Florida. Los más jóvenes nacieron cuando la Guerra Fría se acercaba a su fin o incluso cuando ya había terminado. No fueron sometidos a un bombardeo ideológico perenne. No sufrieron la crispación de los primeros años de la revolución cubana, cuando para consolidar el “proceso” muchos opositores fueron fusilados o enviados a cumplir largas condenas en la prisión. No vivieron esa etapa; la conocen solo por los relatos de sus mayores. Sus motivaciones son sobre todo económicas, porque pese a una relativa liberalización de la actividad productiva en Cuba, los cambios aún no han traído las mejoras materiales esperadas. El Norte sigue siendo el paraíso codiciado, pero ese paraíso tiene un precio: un viaje lleno de peligros a través de Centroamérica, rumbo al río Grande, antes de que el gobierno norteamericano elimine los privilegios migratorios de la Ley de Ajuste cubano, lo cual no debe tardar mucho en suceder.

Entretanto, la hostilidad entre viejos enemigos situados a 90 millas de distancia entre sí cede su puesto a una relación que todavía no es precisamente cordial, pero que ya tampoco es tensa. En Norteamérica hay una renovada fascinación con Cuba, como lo demuestran las frecuentes visitas de celebridades a La Habana y otras partes de la isla, y los incesantes viajes de los turistas. Y las empresas norteamericanas que han visto un rico filón en el mercado cubano presionan desde hace tiempo a sus representantes en el Congreso para que eliminen una política anticuada de la época de la Guerra Fría. El embargo tiene los días contados, y la reciente encuesta de FIU marca el fin de una era de fervor político en Miami que ya no regresará.

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