Un estudio reciente de una empresa de mudanzas llamada moveBuddha, con sede en el estado norteamericano de Georgia, señala cuáles son las mejores ciudades para caminar en los Estados Unidos.
Para sorpresa de muchos, la lista la encabeza la ciudad de Miami, donde resido.
El estudio observa aspectos como andar a pie o en bicicleta, acceso a restaurantes, seguridad, centros de cuidado de niños, escuelas, centros médicos y otros. Tomando en cuenta esos detalles, llega a la conclusión de que Miami es la mejor ciudad para caminar en los Estados Unidos.
Como residente de Miami desde hace muchos años, y al igual que muchos sorprendidos lectores, pongo en duda el resultado del estudio, aunque me enorgullece que Miami gane una distinción. Cierto: el clima cálido durante todo el año favorece andar a pie, aunque en el verano el calor es insoportable durante el día y los aguaceros son frecuentes. También hay partes del área metropolitana formada por el condado Miami-Dade –el cual se conoce en todo el mundo como Miami a secas– en las cuales es fácil desplazarse caminando. Por ejemplo: Miami Beach, la ciudad que se extiende a lo largo de la costa del Atlántico. Y también el downtown de Miami y el distrito financiero de Brickell, que se ha convertido en uno de los parajes de moda; la zona céntrica comercial de la ciudad de Coral Gables, conocida como Miracle Mile; y la Pequeña Habana, una de las áreas más antiguas de Miami, situada entre el downtown al este y la avenida 27 al oeste. En todos esos lugares, se ve mucha gente caminando en sus menesteres cotidianos o paseando.
Pero si el visitante avanza hacia el oeste, hacia los extensos suburbios que forman parte del área metropolitana de Miami, no creerá que se encuentra en la mejor ciudad para caminar de la nación. Allí, en los vastos suburbios formados por barrios de casas unifamiliares y relativamente pocos edificios residenciales, el automóvil es el rey. Apenas se ven personas caminando, porque los suburbios se han trazado pensando en el automóvil como medio supremo de transporte. Cruzar las anchurosas calles a pie es una hazaña que requiere cierta aptitud atlética, y no exagero. En las urbanizaciones suburbanas, el negocio más cercano puede quedar a tres o más kilómetros de la casa donde usted habita, porque las regulaciones establecen una rígida separación entre las viviendas y los negocios. Y el transporte público todavía es ineficiente y tarda mucho desplazarse en autobús. Por fuerza, los vecinos de los suburbios miamenses se ven obligados a disponer de un automóvil para sus necesidades diarias.
El estudio se inspiró en el concepto de la “ciudad de 15 minutos”, que toma como ejemplo a París, pero que también puede definir a muchas ciudades europeas. Una ciudad de 15 minutos es aquella en que dondequiera que usted viva, todo lo que necesita está a 15 minutos o menos a pie o en bicicleta de su vivienda.
En el estudio, las siguientes diez ciudades mejores para caminar fueron San Francisco, Pittsburgh, Boston, Washington, Baltimore, Minneapolis, Long Beach, Oakland y Cincinnati. Doy testimonio de que Washington, la capital del país, y Boston son ciudades magníficas para caminar. Pero me sorprende que los encargados del estudio no colocaran en uno de los primeros lugares –o en el primero– a Nueva York, una urbe donde usted no necesita un auto porque a distancia a pie de su morada encontrará numerosos restaurantes, tiendas, escuelas y centros médicos, y que cuenta con un excelente sistema de transporte público, el tren subterráneo, el famoso subway, que conecta todas las partes de la ciudad, desde los límites del Bronx al norte hasta el aeropuerto internacional John F. Kennedy y la playa de Coney Island, en el sur.
En mi opinión, Miami está lejos de ofrecer esa facilidad de desplazamiento a pie. Pero su ubicación geográfica entre el océano y los vastos humedales de los Everglades limitan su expansión. Ya se ha llegado al límite, y prácticamente no hay más terrenos para construir urbanizaciones y acomodar en casas individuales a la creciente población. Conscientes de esa realidad, los líderes políticos han propuesto cambios en la zonificación que permitan la erección de más edificios residenciales y la ampliación del transporte público. Si esos planes cuajan, Miami puede convertirse muy pronto en una ciudad rediseñada para caminar, en un paraíso para los peatones.
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