Oren Moverman
2015
George (Richard Gere) es uno de esos tantos homeless que vemos caminando con la mirada extraviada y la ropa sucia. George deambula por las calles de New York, en un presente que se propaga con torpeza y sin propósito sobre las horas del reloj. Se sabe poco de él y aunque a ratos pareciera estar mirando el mundo desde una modesta lucidez, acaba por darse media vuelta dentro de su propia mirada para seguir siendo un hombre enfermo y sin hogar. El espectador se hace cómplice de George en su búsqueda de un lugar donde pasar la noche y de tener un plato de comida. Entrevistas con trabajadoras sociales amables y de pieles oscuras o blancuzcas y ceñidas al libro; de una u otra forma, George termina siempre con un latón de monedas más vacio que lleno, que el chasquea para llamar la atención del apurado peatón neoyorkino.
En algún momento del film George en medio de todos sus silencios deja entrever una fotografía de la que pudiera ser su hija; en otro momento del film el director nos acerca a una mujer joven que trabaja en un bar y pudiera ser la misma. Y aunque él procura un acercamiento, ella esta molesta por un abandono que no pidió y quién sabe hasta qué punto la cambio de tantas maneras –la vida puede ser tantas vidas a la vez–.
En la última escena del film George y su supuesta hija (Jena Malone) discuten y se va del bar donde ella trabaja. Y aunque al rato se le ve salir también a ella, empujada por la contradicción y la confusión, lo que pase entre ellos nunca se llegara a saber pues la temática de Out of Mind no es la relación de ellos dos exclusivamente, sino la relación de George con el mundo desde los espejos oscuros y malolientes de la desesperanza. Un personaje difícil de juzgar, pues del pasado del protagonista no sabe lo suficiente como para compadecerse de él o balbucear un bien ganado se lo merecía.
Un muy buen film, con actuaciones precisas y bien calzadas, que se puede ver en las salas de cine de UM y FAU. Sin duda, vale la pena.