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El cuervo de Nueva Orleans

Antes del amanecer, con la noche aún en las ventanas heladas, escucho el graznido del cuervo.

     Me quedo quieto en la cama y entreveo por las persianas americanas. No alcanzo a ver la silueta pero el sonido es intenso y revelador.

     No es el pájaro de Poe ni el animal de Los pájaros. Es el pájaro prosaico que me despierta y que anuncia, no en el cine ni en la literatura, el futuro, la mañana, el tiempo de la vida.

     Cuando camino por la hierba húmeda de Norman Francis Parkway espero cruzarme en el cielo con la mancha negra y distante.

     Sobre Canal Street o en medio del bullicio del carnaval veo el cuervo en el aire. Y sé que algo va a suceder.

     El cuervo sigue intacto en el invierno de la ciudad. Él estará cuando yo ya no esté en este mundo.

 

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