Foto: Silvia Lunardi
Ulises Gonzales nació en Lima, donde fue estudiante de ciencias de la comunicación, mochilero y dibujante de historietas. Tiró dedo por las carreteras de Sudamérica y Europa y publicó la revista Resina. Historietas para mentes cochinas. Vive en Nueva York desde 2000 y allí ha escrito una novela, ha plantado un árbol y ha sido padre de mellizos. Fundó en 2013 la revista de literatura Los Bárbaros y en 2017 –junto a Sara Cordón, Leire Leguina y Luis Henao– la editorial independiente Chatos Inhumanos. Escribe con regularidad el blog Newyópolis para el portal español FronteraD. Desde 2016 es profesor full time en el Journalism and Media Studies Department de Lehman College, CUNY en el Bronx, donde enseña cursos de cine y de periodismo.
BIBLIOGRAFÍA
Cuentos:
Visitando la playa. Finalista Premio Copé. Ediciones Copé, 2007.
Los Duros. En Revista de Occidente, 2012.
Hostal Antún. En Estados Hipanos de América. Sudaquia, 2016.
Canela y otros cuentos. En Escritores Salvajxs. Hypermedia, 2019
Peruanos puros. En Cuentos de ida y de vuelta. Peisa, 2019
Por ahí viene el invierno. En Incurables. Ars Communis, 2020
Novela:
País de hartos. Estruendomudo, 2010.
No ficción:
La vida papaya en Nueva York. SED, 2024.
Háblame un poco de los últimos libros que has publicado o traducido o antologado.
En los últimos años he estado trabajando en cuentos y estos han ido apareciendo en revistas y antologías: Revista de Occidente, Luvina, Hermano Cerdo. En EE. UU. me han publicado en antologías de Sudaquia en Nueva York, Hypermedia y Suburbano en Miami y Ars Communis en Chicago. En el Perú publicaron uno de mis cuentos en una antología de narradores peruanos que viven en Estados Unidos con Peisa.
¿Qué blogs, revistas electrónicas u otros sitios en internet recomendarías para descubrir a autores noveles hispanohablantes?
Me gusta mucho lo que publica Orsai en Argentina. Soy fan de los podcasts de Adriana Pacheco en Hablemos escritoras, Marina Mariash y Fabián Casas en La inquietud, Hinde Pomeraniec en Vidas prestadas. Recientemente encontré Hotel Jorge Juan donde Javier Aznar presenta autores jóvenes y otros no tanto. Presto atención a lo que recomienda Jaime Cabrera Junco desde Perú en Leer por gusto y Salvador del Solar en sus entrevistas en YouTube.
¿Cuáles son tus referentes en la literatura iberoamericana o latinoamericana?
De los escritores algo mayores todo mi respeto para la obra completa de Juan Villoro. Me gusta mucho lo que hace en narrativa Laura Guerriero, Fabián Casas, Lina Meruane, Jazmina Barrera y Pedro Mairal. Me gusta lo que ha publicado (muy poco) la uruguaya Natalia Mardero. Me gusta mucho el estilo de Margarita García Robayo, Claudia Ulloa Donoso, Diego Trelles Paz y María José Navia. Le tengo gran admiración al trabajo de Fernanda Trías y Jorge Comensal. No he leído nada más impresionante sobre la experiencia de vivir en Nueva York que Ventanas de Manhattan de Antonio Muñoz Molina.
¿Qué nuevas escritoras y/o nuevos escritores hispanohablantes recomendarías? (también pueden ser traductores/traductoras)
Pues mis referentes y otros más: Daniel Titinger y Josefina Licitra como cronistas. No es tan nuevo pero La luz difícil de Tomás Gonzalez es impresionante. Casas vacías de Brenda Navarro. Todo lo que escribe Mercedes Cebrián, la novela de Sara Cordón Para español pulse dos, todos los libros de Mariana Graciano, la novela de Gabriela Polit Dueñas, los policiales en Miami con el Comanche de Pedro Medina, los ensayos literarios de Vera y esa novela impresionante que es Tus pequeñas huellas de Oswaldo Estrada.
¿Qué autora y/o autora está subvalorado en tu país de origen?
Me gustaría que alcanzaran más público libros de ensayos y memorias como los últimos de Guillermo Niño de Guzman y Roger Santiváñez y Luis Hernán Castañeda. Que se supiera más del talento narrativo de Rocío Quillahuaman, su libro Marrón, publicado en España, es hermoso y necesario. A Juan Acevedo se le considera sólo un historietista brillante, pero creo que su trabajo, en especial Pobre Diablo está a un nivel similar al de Spiegelman en Maus.
¿Y ahora qué autora o autor está totalmente sobrevalorado en tu país de origen?
De vez en cuando se dan situaciones de “amigos” de los conglomerados editoriales que dan mucho espacio a obras menores o mediocres. Sin embargo, creo que los lectores de literatura en el Perú son bastante exigentes y los engaños no perduran. Ya es difícil persistir en un mercado tan pequeño, así que si un autor consigue una obra importante creo que es mérito suficiente para merecer algunos lectores. Dicho esto, tengo que decir que siempre me pareció un engaño lo mucho que se promocionó Abril Rojo de Santiago Roncagliolo.
Si te encuentras con tu autor favorito vivo y te pregunta qué escribes, ¿cuál sería tu respuesta?
Durante la pandemia le dije a Pedro Medina que me gustaba el título “Lo que buenamente se puede”. Eso es lo que escribo: con respeto por la obra de otros y del tiempo que los lectores pueden dedicar a leerte, con tantos otros autores interesantes. Eso le diría–es más, ya se lo he dicho– a Juan Villoro, a Muñoz Molina y a Leila Guerreiro escritores a quienes admiro muchísimo. Mis primeros veinte años en Estados Unidos han sido un tiempo de aprendizaje y la paternidad consume gran parte del tiempo que podría dedicarle a la escritura.
Si te encuentras con tu autor favorito muerto y te pregunta qué escribes, ¿cuál sería tu respuesta?
Si me encontrara con quien sea que hubiera imaginado o escrito el poema La Odisea, le daría las gracias y le diría lo importante que ha sido ese libro en mi vida y en el tipo de literatura que me gusta leer hoy. Le respondería que escribo sobre temas que siguen siendo parecidos a los que le interesaban a sus lectores (si bien sospechamos que La Odisea era recitada de memoria en ceremonias y reuniones populares de los griegos): escribo sobre la importancia de vivir, el miedo a desaparecer, el valor de la amistad, los distintos tipos de valor y de hombría, de la trascendencia del deseo sexual y del amor, de la importancia de la familia y los hijos.
¿Qué viene luego de Borges en tu biblioteca?
Viene mucho antes de Borges y después de Borges. Tuve la suerte de leer gran parte de su obra al llegar a los Estados Unidos por la insistencia de mi amigo y maestro Camilo Torres. Sin embargo, las clases de literatura inglesa me hicieron amar a John Dryden, a Jonathan Swift, a George Elliot, a Charles Dickens, a Joseph Conrad y sobre todo a Shakespeare. Una de mis mejores experiencias como lector ha sido leer en inglés La Iliada, La Odisea, La Eneida, y las obras completas (lo que quedó) de Sófocles. Hay un sitio especial para la poesía clásica, donde entra Pound y Eliot pero también Coleridge y Li Po. Hay norteamericanos del siglo XX como Bellow, Lopate, Denis Johnson, Tobias Wolff, Roth y Salter. Hay una sección especial para autores peruanos donde ocupan mucho espacio Julio Ramón Ribeyro, Alfredo Bryce Echenique y Mario Vargas Llosa pero también autores más jóvenes como Rafael Dumett, Diego Trelles Paz, Daniel Titinger, Gabriela Wiener y Diego Otero. Hay un lugar especial para la poesía peruana: Watanabe, Eielson, Vallejo, Lucho Hernández, Montalbetti. Cerca de los peruanos está la poesía internacional y ahí está Cristina Peri-Rossi, Wislawa Szymborska, Ana Diz e Idea Vilariño. Al lado de la obra de Borges está esa novela maravillosa que es Don Quijote, pero también Ventanas de Manhattan de Muñoz Molina, Seven Gothic Tales de Isak Dinesen, War and Peace de Tolstoy, Ex Libris de Anne Fadiman, los Essays de Robert Louis Stevenson y Soul de Platonov. Tengo una sección de literatura contemporánea argentina y mexicana: lo que he conseguido de Juan Villoro, de Leila Guerriero, de Pedro Mairal, de Jazmina Barrera, de Fernanda Trías, de Natalia Mardero. Algunos de esos autores son amigos y tengo sus libros firmados. Tengo una sección de literatura escrita en español en los Estados Unidos, ahí está mi colección de los libros de Pedro Medina, de Vera, de Ado, de Naida, de Jennifer Thorndike, de Sara Cordón, de Oswaldo Estrada. Y una sección importante de comics donde está Juan Acevedo, Torpedo de Abulí y Bernet, Crumb, Moebius, Manara, Spiegelman, Clowes, Tomine, los Sandman, los TinTin, los Asterix, los Fontanarrosa, los Quino y muchos libros de Liniers.
¿Qué serías si no fueras autor/autora o traductor/traductora?
Hubiera dibujado muchos más cómics y persistido en el vicio de ser editor. La escritura en realidad le ha robado el tiempo a las historietas, esa pasión que tenía por inventar situaciones con carboncillo y tinta. Me imagino también que si no escribiera nada sería un mejor lector.
Te convocan (con un muy buen salario) a organizar el panel más disruptivo de la historia de una feria del libro. ¿A quién invitas y cómo se llama el evento?
Invitaría a Irene Vallejo para que justifique el concepto de que se podría vivir muy bien sólo leyendo a unos cuantos autores clásicos. Estarían con ella Hernán Casciari, Gabriela Wiener y Beto Ortiz para explicarnos que la vida es mucho más que la literatura. Haría escoger a cada uno de los panelistas un libro que no sirve para nada, leerían una justificación frente al público y haríamos una quema de libros al final, transmitida en vivo por los cinco YouTubers del mundo con más followers. El panel se llamaría Haters literarios y el énfasis sería en que los libros son una elección de tantas, que los intelectuales no nos deberíamos de tomar tan en serio.
¿En qué estás trabajando ahora?
En varios cuentos, novelas inconclusas y en otra colección de ensayos que no tienen tanto que ver con Nueva York.
¿Cuál va a ser tu próxima lectura?
Estoy leyendo Maté a un perro en Rumanía de Claudia Ulloa Donoso y en la maleta tengo ahora Nothing to be Frightened Of de Julian Barnes.
Para terminar. Más allá de tu escritura, ¿tu vida da para un micro relato, un cuento o una novela? ¿Por qué?
Creo que da para una colección de ensayos personales. Porque la vida son momentos y las obsesiones son muy pocas y se repiten a lo largo de la vida. Y quien ha leído mucho sabe que todo lo que se escribe hoy, ya lo escribió de algún modo Homero, ya lo puso en escena Sófocles. En la vida hay espacio para las aventuras, pero es bastante corta. Si uno quiere respetar cierto nivel de escritura no se puede decir demasiado. Especialmente si se vive, como yo lo estoy intentando, con lealtad hacia los tuyos, tus amigos, tu familia, con respeto por tus raíces. Por más que haya leído muchos ingleses me sentiría un villano de cuarta si no mencionara a los peruanos que dejaron la vida por la literatura, y no me ubicara como uno más de los tantos que han venido aquí y siguen laborando, colocando su ladrillo en esta literatura en español escrita en los Estados Unidos.