BIOGRAFÍA
Santiago Vaquera-Vásquez (California, 1966) es impenitente cruzador de fronteras, narrador, académico y ex dj. Associate Professor en la Universidad de Nuevo México, donde imparte cursos sobre cultura fronteriza Mexicana y Estados Unidos, Chicana y talleres de escritura creativa. Ha impartido cursos y conferencias en universidades a través de los Estados Unidos, América Latina y Europa. Ha también sido becario Fulbright en España, Turquía y Polonia. Ha conversado acerca de escribir en Español desde los Estados Unidos con Eduardo Halfón y Daniel Alarcón para la revista The Believer y sobre las manifestaciones del nacionalismo y la globalización en la literatura contemporánea con Santiago Roncagliolo y Edmundo Paz Soldán para la revista Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies. Comentando su narrativa, Junot Díaz ha dicho que “Santiago Vaquera es un relámpago literario” que “impresiona e ilumina” hasta dejar el lector sobrecogido.
BIBLIOGRAFÍA
— Nocturno de frontera. (Suburbano Ediciones, 2020)
— Yabanc? [Foreigner] Extranjero. (Blurb, 2019)
—“Once upon a time in the east” en la antología Testigos de ausencias. Cuentos y relatos de escritores en la díaspora mexicana. José Mario Martín Flores, José Salvador Ruiz, eds. (UABC/University of Colorado Springs/Editorial Artificios, 2017)
—En el Lost ‘n Found. (Suburbano Ediciones, 2016)
—One Day I’ll Tell You the Things I’ve Seen: Stories. (UNM Press, 2015)
— Luego el silencio. (Suburbano Ediciones, 2014)
—“La hora mala” en la antología Expedientes abiertos. Cuentos policiacos de la frontera México-Estados Unidos. José Salvador Ruiz Méndez, Gabriel Trujillo Muñoz, editores. (UABC, 2014)
—¿Ves la línea?” en la antologia Malos elementos. Relatos sobre la corrupción social. Salvador Luis, editor. (Casatomada, 2012)
—“Migrante aún sin identificar.” 72 migrantes. Alma Guillermoprieto, editora. (Almadía, 2011)
—“Un giorno o l’altro ti racconto le cose che ho visto” en la antología En la frontera. I migliori raconti della letteratura chicana. Fabio Angelli, Michele Bottalico, Fabio Cremonesi, trad. Klaus Zilles, Fernando Clemot, eds. (Gran Vía Edizioni, 2008).
—“Boyfriend” en la antología Pequeñas resistencia 4. Antología del nuevo cuento norteamericano y caribeño. Ronaldo Menéndez, Ignacio Padilla, Enrique del Risco, editors (Páginas de espuma, 2005).
—“Esperando en el Lost and Found” en la antología Se habla Español. Voces latinas en el USA. Alberto Fuguet, Edmundo Paz Soldán, editores. (Alfaguara USA, 2000).
—“Ella está allí” en la antología Líneas aéreas. Eduardo Becerra, editor. (Lengua de Trapo, 1999).
Háblame un poco de los últimos libros que has publicado o traducido.
Mi libro más reciente es una novela titulada Nocturno de frontera. Es un libro que me costó mucho en terminar: un matrimonio, varias mudanzas (algunos internacionales), un agente y mi juventud. La empecé a principios del 2003 y la terminé en enero de este año.
¿Qué blogs, revistas electrónicas u otros sitios en internet recomendarías para descubrir a autores noveles hispanohablantes?
Para escritores hispanos en los USA, La Bloga (https://labloga.blogspot.com). Para escritores que escriben en español desde los USA, El Beisman (http://www.elbeisman.com/revista/) y Suburbano (of course) (https://suburbano.net) Tal vez el sitio que uso más para conocer escritores es Facebook.
¿Cuáles son tus referentes en la literatura iberoamericana o latinoamericana?
Literatura mexicana sobre todo. Juan Rulfo, Jesús Gardea, José Agustín, Rosario Castellanos, Juan José Arreola, Cristina Rivera Garza, Luis Humberto Crosthwaite, Jorge Ibargüengoitia y Juan Villoro. Me gustan los libros de hablan de viajes, de música, de cine.
¿Qué otros autores y autoras han tenido influencia en tu obra?
The usual suspects. Alice Munro, Rolando Hinojosa-Smith, Sandra Cisneros, Alberto Fuguet, Charles Baxter, Breyten Breytenbach, Italo Calvino, Pico Iyer, Donald Barthelme, Norma Cantú, Jayne Anne Phillips, Machado de Assis, Junot Díaz, Nick Hornby, Mario de Andrade, Pessoa… ¿sigo?
¿Qué nuevos escritores y nuevas escritoras hispanohablantes recomendarías?
Nuevos? Latinoamericanos: Fernanda Melchor y Sara Uribe. Latinos: Ir’ene Lara Silva y Daniel Peña.
¿Qué autor o autora está subvalorado en tu país de origen?
La mayoría de los autores hispanos.
¿Y ahora qué autor o autora está totalmente sobrevalorado en tu país de origen?
Uy.
¿Cuál ha sido tu peor (¿o mejor?) borrachera en una feria del libro?
No suelo beber mucho (mi padre fue alcohólico y abusador). Las mejores fiestas que he asistido en una feria del libro fue una de Alfaguara en la feria de libro de Madrid como en el 2006, la otra fue la fiesta de Sexto Piso en la FIL Guadalajara en 2018.
¿Qué serías si no fueras escritor?
No sé, la verdad es que tengo poca capacidad para muchas cosas que no tengan que ver con la lectura. Locutor de radio, tal vez. Tendría que ser un programa de música alternativa, however. El playlist iría desde the Cure hasta Interpol pasando por She Past Away y Jakuzi (ambos de Turquía), Caifanes, Café Tacvba, Niza (España) y Los Wálters (Puerto Rico). Fui DJ incluso y trabajaba en una tienda de discos. Básicamente, mi vida en una época fue High Fidelity de Nick Hornby.
¿Qué viene luego de Borges en tu biblioteca?
Pico Iyer. Sus crónicas de viajes son increíbles.
¿En qué estás trabajando ahora?
Un libro de cuentos en inglés.
¿Cuál va a ser tu próxima lectura?
En la época de clases, mis próximas lecturas siempre son libros que tengo que discutir en clase. Para la próxima semana nos toca comentar un clásico de la literatura Chicana, Puppet, de Margarita Cota Cárdenas. Mi lectura más reciente que no tenía nada que ver con mis clases fue Limbo de Dan Fox. Buenísimo.
“Un Xicano vuelve a casa solo de noche” del blog del autor.
[4/9/16]
A 90 minutos de cumplir los 50, me volví solo a casa con mis auriculares puestos. Despedí mis 49 años en una boda a unos kilómetros de mi apartamento en Ankara. De allí salí temprano con unos amigos para seguir con cerveza y rak? en un apartamento a diez minutos de mi edificio. A la una y media me fui de la fiesta para regresar a casa. Al salir del apartamento, me puse los auriculares y puse play a mi música. No sabía cuál sería la rola que mi iPhone me pondría, pero sería la rola que comenzaría el soundtrack de mis 50.
Era “Latinoamérica” de Calle 13.
Con esa rola me fui caminando bajo los árboles que bordean mi calle en este barrio al margen de la capital turca donde viviré por el próximo año. Antes de llegar al complejo de edificios donde vivo, me paré bajo una farola y miré a mi rededor. Miré a los edificios de apartamentos casi todos con las luces apagadas; a las tiendas cerradas del pequeño centro comercial que está al cruzar la calle; a los pocos carros que transitaban; al sitio de taxis que está al lado del parque; a las construcciones nuevas que avanzaban por las colinas y daban la sensación de que la ciudad crecía de noche —es verdad, a veces cuando me despierto por la madrugada y me siento al lado de la ventana, creo que puedo oír la ciudad crecer.
Pensé en las rutas que me habían llevado a vivir a Turquía. Pensé en mis conexiones a casa y a mi familia y a mis amigos, todos en continentes diferentes, en países distintos y husos horarios múltiples. Pensé en las historias que nos conectaban, que nos unían como comunidad. Pensé en las canciones que cantábamos y que forman parte del soundtrack de nuestras vidas.
La mía es una comunidad unida por relatos, enhebrada a través de la distancia y bordada por la historia, encuadernada en un libro que viaja conmigo. Y es así porque la itinerancia es la historia de mi cuerpo.
En Turco, la palabra para nómada es “göçebe,” pero acá lo que me llaman no es eso sino “yabanc?,” extranjero. Hace una semana, mientras viajaba en metro desde el centro de la ciudad a mi vecindario, un hombre me hizo una pregunta. Creo que me pidió cómo llegar a algún lugar. Le contesté que no sabía hablar Turco y el señor se me quedó mirando como si no me creyera. Es algo que siempre me pasa acá, siempre se piensa que soy Turco. Los únicos que reconocen que no lo soy, son los vendedores de alfombras en Estambul. Cada vez que paso por la zona del bazaar donde están, me preguntan si quiero comprar una alfombra. Lo raro es que siempre me hablan en español, que aunque sea mi “otro idioma” también allí me siento yabanc? (como también lo siento en inglés). En un vuelo de Munich a Estambul, un señor a mi lado insistía constantemente que yo sabía hablar Turco y cada vez que le contestaba que no le entendía, miraba a su rededor y hablaba a otras personas señalándome como si les dijera, Qué se cree éste, no quiere hablar su idioma natal! Al final aceptó que no era Turco y me regaló una mascara para dormir. El hombre en el metro me miró un rato y finalmente alzó los hombros y anunció a los que estaban a nuestro rededor, “Yabanc?.”
Contesté, “Evet (sí), yabanc?.” Extranjero soy en muchas partes.
Ser göçebe sería la historia de mi cuerpo, pero tal vez la historia de mi lengua es siempre ser yabanc?. O como dijo Derrida una vez en una charla que dio en UCSB, “la lengua en que les hablo, no es mi lengua. Pero es mi lengua” La lengua en que escribo esto no es mía, pero lo es.
Cada nueva década pide una reflexión, a taking stock, un ajuste de cuentas y una implantación de metas para lo que viene. 50, como 25, pide, tal vez una reflexión más profunda, un llamado a todo lo que hemos visto y vivido, pide un bearing witness, un testimonio de lo que hemos vivido y un testamento para lo que vendrá.
Parado debajo de esa farola a la 1:30 de la mañana, en mi calle silenciosa en un barrio al margen de Ankara, pensé en las rutas y las raíces, en nuestras bandas sonoras personales que llevamos grabados en nuestros corazones, en las formas —visibles e invisibles— que dibujamos en nuestras relaciones, en la itinerancia que llevaría a uno a cambiar de país y de lengua —y de comportamiento social y de historia— en los senderos secretos del corazón y la necesidad de la comunión y de la comunidad.
En una cena, una amiga me preguntó que era lo que esperaba para mis 50. Pensé en posibles respuestas: alcoholizarme más, bajar de peso, ser menos pendejo, ser menos nerd, sentirme menos solo. Contesté: Aceptar todo lo que me viene. Y para que eso no sonara tan fatal, añadí, Y mejorar mi turco para contestarle a la gente en el metro.
A ver, 50, vamos a ver lo que me traes.