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¿De qué hablamos cuando hablamos de literatura en Miami?

En Miami existe un pequeño ecosistema literario que tiende a evolucionar. Cada vez tenemos más revistas, editoriales, festivales, eventos y autores.


Desde hace algunos años, en Miami existe un compromiso tácito por reivindicar la literatura en español: una suerte de respuesta exaltada contra los que ven en ella a una ciudad sosa y artificial. Sin advertirlo, esto ha creado un pequeño ecosistema literario que, sin duda, tiende a evolucionar.

En Miami hay revistas digitales como Nagari, Letra Urbana, Suburbano, Conexos, Baquiana o Dominicana en Miami, que se son un canal para que tanto escritores locales y del mundo entero se expresen. También encontramos editoriales independientes decididas a apostar por la buena literatura: es el caso de La Pereza Ediciones, en cuyo catálogo están las firmas de Sergio Ramírez, Marta Sanz y José Ovejero; de Ediciones Oblicuas, que desde España ha venido para abrir sus puertas porque ve potencial en Miami, o de Suburbano Ediciones (SED), un sello que ha publicado ebooks de Mario Bellatin, Ricardo Sumalavia, Edmundo Paz Soldán, José Luis Muñoz, así como libros en formato tradicional de los autores que escriben en nuestro idioma en los Estados Unidos. Todas las semanas hay actividades literarias en Books & Books -sus escaparates de libros en español  están cada vez más surtidos-, en el Koubek Center del Miami Dade College, en el Centro Cultural Español (CCE), en el Betsy Hotel de South Beach, que incluso desde el año pasado celebra el Festival Iberoamericano de Literatura Escribe Aquí. Y tenemos la Feria Internacional del Libro en español más importante del país.

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Nada de esto, evidentemente, podría sostenerse sin producción literaria local, autóctona. ¿Podríamos catalogar obras como propiamente de Miami? Es muy probable que sí. Lo escrito por autores locales tiene un registro particular. Debe quedar claro lo siguiente: ninguno de los escritores de Miami cerró maletas en su país para venir a hacerse escritor —cosa que sucede hoy, por ejemplo, en Nueva York y otras ciudades que ofrecen programas de Maestrías de Escritura Creativa en Español—. Quienes escriben en Miami llegaron huyendo de crisis políticas, económicas, o de gobiernos abusivos. Por razones obvias, durante los primeros años en la ciudad —cinco en promedio— su mayor preocupación consistió en enterrar un pasado, resolver papeles, conseguir un trabajo, cortar lazos y crear nuevos. Luego de despejar esa compleja ecuación, empezaron a escribir con la idea de hacer carrera en las letras. Por eso la suya es una literatura asimilada y nutrida de este contexto urbano, que hay mirar muy de cerca porque es una propuesta diferente y hasta ahora se ha mostrado poco, reflejo de ella es Viaje One Way: antología de narradores de Miami. Sus obras reúnen referentes comunes en las que Miami está presente sí o sí, que denotan la urgencia del autor por “contar una ciudad” que contrasta con su perfil sweet, y a la que presentan como marginal, lumpen, violenta y cosmopolita. Tienen un lenguaje propio que no es el espanglish ni el español que dejó el narrador en su país años atrás, sino un blend entre el cubano, colombiano, venezolano, argentino, peruano, mexicano, que rompe absolutamente con todos los esquemas de aceptación académica, pero que en el contexto de Miami es más verosímil que cualquier otro. En literatura, lo novedoso aporta mucho, y aquí estamos ante algo totalmente novedoso. Pero seamos objetivos: los narradores de la ciudad aún tienen mucho que demostrar. Hasta ahora sigue vacante el puesto para “la gran novela de Miami”.

Tenemos las piezas necesarias para hacer andar a la máquina: revistas, editoriales, festivales, eventos y autores; solo resta trabajar mucho para que no se detenga.

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