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De Peñas en Miami

Rossana Montoya

Una peña es una reunión de personas que tiene los mismos intereses en común y una peña criolla es cuando ese grupo de gente puede  interpretar esos intereses usando  la guitarra, el cajón,  la voz en cuello y en la actualidad las pistas de karaoke. De esa manera la música tradicional y folklórica de las Américas se hace sentir. En el sur de la Florida existen algunos lugares que cumplen con estos requisitos:

El Barrilito, Miami

Sobre la 137 avenida, a dos cuadras de la calle 40, existe un restaurante de ambiente familiar donde se cultiva la peña criolla especialmente los viernes y sábados en la noche con la música en vivo.  En la entrada sobre la vereda se puede ver una  parrilla asando tripas y trozos de corazones de vaca al palo o chinchulines y anticuchos como se les llama en el jargón peruano. En este íntimo y acogedor local, Charo atiende personalmente a sus clientes como una atareada anfitriona en una fiesta familiar. La noche que fui al Barrilito con un grupo de amigos, ordenamos los anticuchos, chinchulines,  ceviche y  papa a la huancaína. Después de disfrutar de la comida y la música en vivo de un músico prolífico y en especial una versión inolvidable de El cóndor pasa, nos atrevimos a hacer algo de Karaoke. El ambiente, equipado con dos micrófonos y  una pantalla grande donde cualquiera puede seguir la pista tocada por el DVD, es propicio para la jarana. Esa noche Charo nos dio un tour por las pistas disponibles para el karaoke y nos ayudó a manejar el control remoto. Algunos de nosotros sabíamos las canciones más representativas. Charo se las sabia todas: “después de cinco años de escuchar a mis clientes cantar, me las memoricé sin excepción”. ¡Y qué voz! ¿Cómo se canta ese vals de Luis Abanto Morales? Charo sentada discretamente mientras no tenía que atender clientes, nos ayudó  a seguir la letra y ponerle música.  Porque en la pista del DVD sonaba un débil sintetizador y mostraba la letra resaltada. Pero Charo tiene el sentimiento y las notas precisas que logró cultivar con los ensayos de sus clientes. Su  entusiasmo por la música criolla es contagiador y ella lo sabe transmitir de la mejor manera: haciéndolo en vivo. Mientras tanto, las imágenes de  la pantalla del televisor nos ayudaron a   transportarnos  a los balcones y plazuelas limeños  y cantar a voz en cuello. Al final de la noche, cuando nuestras gargantas solo querían ser humedecidas por la Inca Kola, Charo nos invitó a la próxima jarana y nos prometió para el menú una causa rellena con camarones.

Las Delicias Peruanas, Hollywood Beach

En el boulevard de Hollywood, a cinco minutos de la playa, se encuentra este restaurant de ambiente acogedor y tradicional. Las Delicias Peruanas,  con sus mesas en la vereda, tiene la oportunidad de convencer al variado grupo de gente que transita por el boulevard exponiendo sus atractivos platos a la intemperie. Como dijo mi queridísima amiga cuando llegamos: “hay un montón de turistas en este restaurant.” Muchos de los que pasaban por ahí son  fácilmente tentados por los desconocidos platos coloridos de trozos de pescado con cebolla morada y  maíz tostado, fideos y arroz verde y papa amarilla. Pero  no solo es la comida lo que atrae a la gente que pasea por el boulevard. También se toca música en vivo y desde la vereda se puede escuchar los valses cantados a todo pulmón. En la noche que me tocó ir, la gente en el restaurant se encontraba en una algarabía criolla siguiendo la magnífica voz de la cantante Ana, que pedía al público seguirla en las canciones. El lugar estaba a tope. Alguien dijo que el baile empezaría pronto y pensé que estaban bromeando. Sin embargo, en ese espacio donde era difícil transitar hubo gente que se paró a bailar y algunos bailaron en sus asientos. Ana  también se unió al tumulto saltando  de la tarima para cantar y bailar entre el público que la siguieron con canciones como La Flor de la Canela, Regresa y Cariño Bonito.

La Casita Roja, Fort Lauderdale

La Casita Roja es un lugar donde los sonidos latinos convergen y donde la música criolla los apadrina. El ambiente de la casita es festivo. Las luces de discoteca en púrpuras y carmines iluminan el rostro de la gente que disfruta, como dijo una amiga, “los mejores anticuchos de Fort Lauderdale”  y otros platos de comida peruana.

La peña empieza los sábados en la noche con el magnífico grupo Amistad y Criollismo. La primera hora es la peña con guitarra y cajón  y el ritmo de la salsa y el vallenato  irrumpen la segunda hora.

Aparte esta el Karaoke con Jerry los viernes en la noche. Los que quieren cantar y cumplir su sueño de personificar a un cantante de salsa, vals o bolero, tienen que hablar con Jerry. El es quien organiza la música de esas interpretaciones prometedoras y  a veces accidentadas. Felizmente entre esos pequeños éxitos y simulacros,  Jerry también entretiene el oído del público con su sofisticada voz en la salsa. Otro cantante fabuloso conocido cariñosamente como El cholo, también canta salsa y a veces se manda con alguna canción de rock en español.

 La casita roja, está equipada con grandes pantallas digitales donde se pueden seguir las pistas de una innumerable lista de valses, boleros, salsa, vallenato, merengue y rock en español y en inglés. La noche que fui con mi grupo de amigos, Martin, el fundador de La casita roja, dio a conocer su cálida hospitalidad y afición por la música. Mientras coordinaba las órdenes de sus clientes,  animaba a la gente a bailar y  cantar. Más adelante, a media noche, en el karaoke, cantó Los Enanitos Verdes, haciéndonos bailar como en el mejor de los conciertos.

Esa noche, La casita roja tuvo la suerte de tener entre sus invitados a un grupo que llegó directamente de Lima. Eran de una de las promociones del colegio Santo Toribio de La Victoria. Ellos se unieron  a la jarana contribuyendo con la guitarra y el cajón a tocar música de Chabuca Granda, Zambo Cavero y Felipe Pinglo, entre otros.

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