María Luisa Bemberg (1922-1995), reconocida entre las más grandes directoras y directores del cine argentino, se ha caracterizado por presentar propuestas fílmicas de corte feminista. Sin embargo, aunque es cierto que sus obras llaman la atención por centrarse en personajes femeninos, no se ciñen únicamente en la representación del lugar de la mujer. En general, sus piezas cinematográficas cuestionan cómo la perspectiva de los géneros es impuesta de modo desigual. Particularmente, en Miss Mary (1986) Bemberg muestra ese espacio en el que se ilustra cómo los roles han sido asignados según lo percibido como apropiado por la sociedad de clase alta y ‘raza’ blanca. Así, se destaca la figura de la mujer supeditada al rol masculino, este último ocupando una imagen simbólica del poder que, incluso, también se doblega y afecta ante el sistema.
En esta cinta, la directora ofrece la historia de una maestra (gobernanta) inglesa que va a Argentina para tener bajo su cuidado a dos niñas de la clase alta del país. Miss Mary, papel personificado por Julie Christie, no solo debe enseñarles inglés y otras materias, sino también instruirlas sobre los procederes femeninos exigidos en el contexto de 1938. Desde el comienzo es evidente el rol que este personaje desempeña. Por una parte, el señor de la casa y padre de las niñas, le expone que ninguna mujer está segura mientras existan hombres. Asimismo añade que, “Religion keeps women out of trouble”. Por lo tanto, mientras el padre imparte las reglas, la institutriz es quien contundentemente las reafirma. Esto es debido a que, se debe actuar “in order to produce values that reassure its social place and position… and this acting-out is mainly an obligation carried out by the women. Women of the family are the victims and administrators of the fictions (e.g., religion, honor) used to constitute the symbolic universe of the class, and they’re not so much supposed to act in public as in private” (Salas). Se corroboran así los distintos espacios que ocupan los hombres y las mujeres, astutamente delimitados de modo no equitativo. De esta manera, la protagonista está encargada de mantener esta situación en la casa en la que trabaja: “Miss Mary has been granted the responsibility of imposing this order on the girls” (Salas). El poder simbólico del hombre se mantiene e ilustra con la imposición del orden y su autoridad:
…es justamente la visión conservadora de Mary la que le permite a Bemberg representar fidedignamente ese universo de personajes femeninos sin voluntades propias; donde ninguna mujer puede hacer eso que desea sino sólo aquello para lo que ha sido formada. Aquí es donde se hace imprescindible la presencia de Mary, porque ella será la encargada de formar a las niñas como elegantes mujeres listas para las exigencias de la vida marital; para satisfacer así las necesidades de poder de esas familias oligárquicas que buscan perpetuar sus lazos de poder, dentro de su clase social, haciendo uso de los enlaces matrimoniales de sus descendientes. (Morelli)
Para mantener el dominio del papel masculino, era necesario traspasar estos códigos de comportamiento de generación a generación a través de una educación dirigida a establecer fijamente dichos roles, tanto para los hombres como para las mujeres. Por esto, Bemberg no se limita meramente a señalar el aprendizaje que deben tener las niñas, Carolina y Teresa, sino también el de su hermano Ernesto.
Un ejemplo es cuando Carolina tiene su primera menstruación. Esta escena ratifica el lugar de la mujer en una sociedad dominada por hombres. Específicamente, se considera este hecho biológico de las féminas como una especie de defecto o barrera social. El diálogo sobre esta situación gira en torno a la reacción de la nueva señorita y las respuestas que Miss Mary advierte como un secreto entre las mujeres. Repetidas veces Carolina inquiere: “Why?”, poniendo en duda las instrucciones de la gobernanta. Se advierte de antemano la naturaleza curiosa y desafiante de la nueva generación:
Miss Mary: “You’ll be alright.”
Carolina: “I’m not feeling bad!”
Miss Mary: “Never mind. You have to stay in bed for three days. No riding, no swimming, and not washing your hair for a week.”
Carolina: “But why?”
Miss Mary: “Because you’re unwell.”
Carolina: “I am not.”
Miss Mary: “Yes, you are! Do not argue with me.”
Así, entre otras cosas, el filme destaca antiguas creencias sobre la menstruación y el modo de actuar que esto solía dictar. Incluso, se determinaba que la mujer estaba en un estado de inutilidad durante esos días. Además, también se recalca que ella no se encontraba bien, “you’re unwell”, sin ni siquiera considerarse cómo ella realmente se sentía.
Otra muestra de los lugares de los géneros, ahora sobre el rol masculino, es cuando Ernesto cumple la edad correspondiente (según lo determinan su padre y tío) para convertirse en un hombre. Así, se le obliga al adolescente a tener una experiencia sexual con una prostituta. Por supuesto, a Ernesto no se le pregunta acerca de dicha orden y tampoco tiene la opción de negarse. Sabremos luego que resultaría ser para él una experiencia traumatizante. El paso de ‘muchacho a hombre’ ha sido impuesto por el poder del padre sin posibilidad de negarse ante el papel que la sociedad le asigna. Después, Ernesto, en acto de rebeldía en contra de las reglas establecidas, sigue sus instintos y busca refugio en quien único confía: Miss Mary.
De igual manera, recordemos que ya Bemberg venía expresando en su trabajo una crítica social al código de conducta que cada género aprende y desempeña. En el cortometraje Juguetes (1978), la cineasta propone una queja de estos parámetros. Se presentan imágenes de cómo, desde la niñez, hemos sido manipulados para creer que las niñas y los niños deben jugar con juguetes en específico y tener actitudes particulares. Se ilustra así una especie de receta para imitar el proceder que habría que adoptar durante la adultez. La directora da un mensaje directo, explorando “explicit genre differences in the toys made for girls and boys; the girls’ toys reinforce traditional gender passivism, the boys’ toys, by contrast, stimulate adventure and imagination” (King 19-20). Por lo tanto, los juegos en los niños y niñas sirven como simulacro que funciona para implementar el supuesto ‘orden’ de los géneros desde temprana edad.
En Miss Mary se propone lo que se había señalado años antes en Juguetes. Escuchamos a la maestra indicar a las hermanas que besarse no es saludable, al igual que lo es jugar con moscas. También la institutriz añade que las niñas deben ser solo vistas, mas no oídas. Es decir, es primordial la pasividad femenina: se adjunta al repertorio de la usanza social la exigencia de que se debe mantener en silencio. Así, se recalca la idea de que la mujer tenía la obligación de preocuparse por su apariencia física.
Me parece importante la escena en la que Carolina se niega a ir a la boda de Teresa. Lo hace porque reconoce que no es justo que su hermana tenga que casarse si no lo desea. Como Tere no hace nada para impedir su boda, Carolina, en acto de desobediencia, desiste celebrar dicho casamiento y, en un tono desafiante, se quita su lápiz labial frente a todos. Aquí su desafío funciona como símbolo de resistencia contra el estereotipo del comportamiento que debe seguir la mujer. En esta insubordinación ésta confronta la exigencia de tener que disponerse (maquillarse o bien ‘decorarse’) para estar en un espacio público. Lo que inmediatamente nos lleva a recordar lo que expresa Miss Mary mientras observa la boda de Teresa: “They’re all alike. These señoras with their sad painted faces, so arrogant and so helpless…what a waste”! La alusión al maquillaje entonces confirma ese lugar vacío e indefenso que las mujeres desempeñan en la sociedad de las décadas del treinta y cuarenta del siglo XX.
En otro momento de la obra, Carolina muestra las consecuencias de salirse de esos parámetros establecidos. Miss Mary recuerda una ocasión en la que la adolescente le dice: “Pienso cosas”, mientras juega dando vueltas libremente en el patio de la casa. Es decir, Carolina, al pensar, es libre. Con esto, Miss Mary reconoce la manera de proceder de la muchacha como extraña. Asimismo, al final se plantea una especie de ‘castigo’ para ella por su rebeldía: termina ‘siendo’ una desequilibrada mental (como también se le consideró a su mamá en algún momento de la cinta cuando actúa contra lo predispuesto): “Actually, Carolina (the eldest daughter, called Caroline by Miss Mary) will end up the madwoman of the attic, the one who cannot stand this world where she’s supposed to learn … this act of becoming mad is the only exit from the symbolic male order” (Salas). Es claro que las mujeres son denominadas locas en este contexto, precisamente, por confrontar el orden masculino. No obstante, notamos que verdaderamente no se trata de locura, sino que estas féminas han actuado y tomado decisiones por sí mismas. Ésta era la manera en la que la realidad de la mujer podía ser subvertida aunque fuese con el peso de la demencia sobre sus hombros.
La directora argentina presenta en sus filmes una ardua crítica social sobre los parámetros implantados. Lo hace quizás porque vivió en carne propia las exigencias de ese lugar que supuestamente debía ocupar. Precisamente, es interesante que la pieza se basa en eventos autobiográficos, lo que la coloca más cercana a la realidad. Nos lleva a reconocer que lo que sucede no es mero producto de la imaginación de la cineasta sino evidencia de la existencia histórica de la imposición de este orden. Aún hoy, existen sinnúmero de personas que lidian contra estas formas de conducta y buscan educar con una perspectiva de género equitativa. El trabajo de Bemberg, por supuesto, sigue siendo útil en el presente y su temática continúa siendo vigente para la actual lucha.
Trabajos citados:
King, John. “María Luisa Bemberg and Argentine Culture”. An Argentine Passion. María Luisa Bemberg and her Films. Londres y Nueva York: Verso, 2000. 1-32.
Morelli, Fernando. “Las heroínas de María Luisa Bemberg: Miss Mary y la educación represiva”. Diciembre, 2010. Tomado el 6 de octubre de 2014 de: <http://marialuisabemberg.blogspot.com/2010/12/miss-mary-y-la-educacion-represiva.html>.
Salas, Hugo. “Some Girls are Bigger than Others: María Luisa Bemberg”. “Filmmaker profiles”. Sense of Cinema: Núm. 22 (octubre 2002). Tomado el 4 de octubre de 2012 de: <http://sensesofcinema.com/2002/filmmaker-profiles/bemberg/>.