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Una fotografía de la desilusión

Tan solo dos días fueron suficientes para empezar y terminar la novela “Retrato de los Tigres” (eRIGINAL Books, 2015) del escritor cubano Sindo Pacheco. Al principio me pareció ajena la voz en la que está narrada: primera persona del plural. Pero sin darme cuenta empecé a adaptarme a esa forma de contar y en su narración a comprender que en esta historia el protagonista tiene múltiples caras pues es en su totalidad el equipo de béisbol Los Tigres, un grupo de barrio cubano.

Pacheco nos lleva de la mano de una prosa coloquial y veloz como los pensamientos, para hacer un verdadero retrato no solamente de este equipo de béisbol en particular sino de la sociedad cubana reflejada en este grupo de jóvenes.

En las páginas de Retrato de los Tigres vamos descubriendo cómo estos jóvenes transitan de la adolescencia en la secundaria, a la juventud en la universidad, pasando por el servicio militar, el trabajo mal remunerado, incluso la cárcel. Asistimos a la llegada del amor, de las parejas, y de los hijos hasta la dispersión del grupo durante el exilio del Mariel.

Dividida en cinco secciones, la novela transita entre la esperanza y la desilusión, pero sobre todo refleja la falta de futuro para los jóvenes que conforman el grupo y que tienen que adaptarse a la camisa de fuerza que impone la sociedad en la que viven.

“Eso era lo que más nos dolía: el tiempo. Nos dolía que fueran las nueve, o la diez, o las dos de la tarde, cuando debían ser las doce o la una o las cincuenta de la noche. Siempre nos estaba doliendo eso, que fuera tan temprano. Queríamos tener cuarenta o sesenta o cien años, Virgencita, y estar muertos”.

Este párrafo del primer capítulo refleja la falta de ilusión desde la que el narrador cuenta las historias de los integrantes del grupo: Pirolo, Rony, Santiago, Manet, Ale el gordo, Juanco, Frank Caballero, Marcelito o Juan Ramón, entre otros.

Los muchachos se hacen hombres y se dan cuenta que ser adultos es complejo, con una complejidad diferente a la que se vive en los países capitalistas, una complejidad marcada por la falta de oportunidad y la falta de libertades para escoger un futuro como el que soñaron. Durante el relato unos se adaptan al sistema y otros se revelan como trasgresores siendo relegados a la cárcel y la marginalidad, y la huida del país durante el Mariel parece ser la única salida.

Una vez más Sindo Pacheco, cuyas novelas juveniles como “María Virginia está de vacaciones” y “María Virginia mi amor” han sido premiadas , se asoma al mundo de los jóvenes, esta vez desde el ángulo de unos muchachos hechos adultos para traer un relato descarnado, una historia plural que atrapa al lector y no lo suelta a pesar de la desilusión que destila.

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