La basquetbolista, que cumplía una sentencia injusta por acusaciones de drogas, fue canjeada por el traficante ruso de armas Viktor Bout.
El drama terrorífico que ha sufrido la estelar basquetbolista estadounidense Brittney Griner en Rusia ha terminado felizmente este jueves.
La atleta, dos veces medallista olímpica, había sido sentenciada el pasado agosto a nueve años de cárcel, después que en el aeropuerto de Moscú le encontraron entre sus pertenencias un gramo de aceite de cannabis. Griner aclaró en esa ocasión que tiene una receta médica de cannabis medicinal para aliviar una inflamación en la rodilla y el tobillo producida por una lesión. Pero las autoridades rusas hicieron caso omiso de su explicación y una jueza la condenó a nueve años de cárcel, una sentencia injusta y desproporcionada que causó una conmoción internacional.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, cumplió su promesa de luchar por lograr la liberación de Griner mediante una intensa ofensiva diplomática. Y finalmente se consiguió ese propósito este jueves, en un intercambio de la basquetbolista por el traficante ruso de armas Viktor Bout, conocido como “el mercader de la muerte”. Bout, ex teniente coronel del ejército ruso, llevaba 11 años preso en Estados Unidos cumpliendo una condena de 25 años por venta de armas que serían utilizadas contra estadounidenses.
El canje de los prisioneros tuvo lugar en los Emiratos Árabes Unidos, y de allí Griner tomó un vuelo hacia su país. Biden explicó en Twitter: “Hace unos momentos hablé con Brittney Griner. Está a salvo. Está en un avión. Está camino a casa”. El presidente también habló con los medios en la Casa Blanca, en compañía de la vicepresidenta, Kamala Harris, y de la esposa de la basquetbolista, Cherelle Griner.
Atrás quedó un ciudadano de Estados Unidos, Paul Whelan, un ejecutivo de seguridad del estado norteamericano de Michigan que está encarcelado en Rusia desde 2018, acusado de espionaje. Tanto la Casa Blanca como la familia de Whelan afirman que los cargos de espionaje son infundados.
Los familiares de Whelan expresaron su alegría por la liberación de Griner, pero también cierta decepción porque el ejecutivo sigue preso en Rusia. No obstante, manifestaron que el gobierno de Biden tomó la decisión correcta al “hacer un acuerdo que era posible”.
Biden aseguró que “no nos olvidamos de Paul Whelan” y que seguirá negociando con Moscú para conseguir su libertad.
Serguéi Riabkov, viceministro de Exteriores de Rusia, dijo el martes pasado que un intercambio de prisioneros sería una señal positiva para las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, que se han hecho muy tirantes desde que el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó la invasión de Ucrania.
Con la liberación de Griner, la diplomacia se ha anotado un triunfo que muchos consideraban poco probable, demostrando que muchas veces el diálogo es más eficaz que el rugido de la artillería. Estados Unidos celebra el regreso de Griner, mientras se espera un nuevo acuerdo que traiga de vuelta a Whelan.
Los invito a leer mi novela La espada macedonia y mi ensayo Biden y el legado de Trump, publicados por Mundiediciones.
